Pedro Isnardo de la Cruz y Juan Carlos Reyes

“La libertad, concebida en sus implicaciones últimas, plantea la cuestión de nuestra vida o la de los otros; comporta la doble posibilidad de salvarnos o de perdernos. Pero no nos sentimos libres, no comprendemos nuestras oportunidades y peligros, más que en ciertos sobresaltos”. Emile Michel Cioran, Breviario de podredumbre.

Nuestra sociedad ha andado con firmeza por la defensa de la libertad.

Movimientos sociales, revueltas populares y textos constitucionales dan cuenta de ese anhelo, un ambicioso ideal por alcanzar.

Cuando los poderes fácticos, los grupos de interés o los fundamentalistas deciden atacar a una voz libertaria, dañan profundamente a la nación.

El intento de asesinar a Ciro cimbra la estructura del Estado y puso en alerta máxima las conciencias reflexivas y críticas de nuestro país.

La investigación del atentado debe ser atraída por la Fiscalía General de la República, ante una fiscalía capitalina que ha tenido un descrédito creciente para brindar resultados a la ciudadanía.

El quinto año del mandato sexenal presidencial, siempre atiza de confrontación los escenarios, arenas movedizas en la lucha por el poder político.

La estabilidad y la concordia deben ser edificadas por todas y todos, no sólo por el gobierno en turno.

Vivimos un periodo complejo donde el Estado mexicano tiene que responder con contundencia y certeza ante éste acontecimiento primitivo, intolerable, violento.

No debe ser la puerta a otro escenario de mayor inestabilidad, impunidad y catástrofe.

El Estado debe garantizar la libertad de expresión de sus periodistas y particularmente de quienes tienen voces relevantes en la República.

Vaya un abrazo solidario al periodista Ciro Gómez Leyva, en cuya vocación noticiosa habita uno de los poderes silenciosos y más efectivos de la palabra: ser confirmada o negada por su audiencia. Nuestras oraciones por su serenidad y buen resguardo.

La ausencia de resultados e impartición de justicia que permitan el esclarecimiento del móvil y autoría del atentado, inevitablemente, ya se ha politizado en la náusea de la polarización, pero en el terreno del Estado de Derecho, producirá un juicio más para valorar el régimen político.

Dados los antecedentes sexenales y escenarios crecientes de atentados fallidos y asesinatos contra periodistas, resulta vital para el futuro de la República, que gobiernos y actores políticos se serenen o asuman su responsabilidad de que, al hablar y tomar posición, promueven la selva para que se ciegue la vida o se silencien las palabras de periodistas.

Como subraya la máxima del pensamiento de E.M.Cioran, o nos salvamos o nos perdemos.

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