Les comparto este cuento corto, ‘El anciano novicio’, un cuento budista muy corto que encierra sin embargo una profunda reflexión sobre la necesidad de aprender a valorar todo lo que tenemos como si fuera lo más grandioso. Un relato anónimo que nos habla de humildad, de amor y de felicidad. Y sobre todo, nos recuerda que en este mundo de estrés, la paz interior es el más valioso de los refugios.

 

José Juan Marín

Cuento budista del anciano novicio

 

Un día, un hombre ya mayor llamó a la puerta de un monasterio:

 

– Por favor, me gustaría ser novicio y conseguir la paz interior junto a todos vosotros.

 

Los monjes le miraron de arriba abajo. Era muy mayor, sí, y parecía un hombre sin estudios, de campo. Apenas sabría leer, pero… parecía tan entusiasmado con entrar al servicio del monasterio, que decidieron acogerle junto a ellos. Le buscaron una tarea que pudiera realizar: la de mantener limpio el inmenso jardín del claustro. Y así, escoba en mano, el anciano novicio se dedicó desde aquel día a mantener impoluto el jardín.

 

Pasaron las semanas, los meses y los años. Y él cada vez parecía más feliz. A pesar de que su tarea era muy sencilla, se dedicaba cada día con esmero a ella. Tanto el abad como el resto de monjes vieron un gran cambio en él: de pronto parecía un hombre más sereno, equilibrado. Irradiaba luz y felicidad. Sin duda, habitaba en él la paz interior. Siempre tenía una sonrisa para todos. Se mostraba ecuánime e inalterable. ¿Cómo lo conseguía? Un día, decidieron preguntarle:

 

– ¿Cómo logras esa paz que transmites si lo único que haces cada día es barrer el suelo?

 

Y él respondió muy sereno:

 

– No hago nada especial. Cada día me afano en hacer muy bien mi tarea y pienso, mientras barro el suelo, que estoy barriendo la basura de mi corazón. Cada día, no sé cómo, me siento más sereno y feliz conmigo y con los demás.

 

Y es que está claro que hace más el que quiere que el que puede…

 

Reflexiones

 

Valorar lo que comemos, sentir el rayo de sol sobre nuestro rostro… Algo así enseñó el protagonista de este cuento corto del anciano novicio al resto de sus compañeros. Ser conscientes y vivir con plenitud aquello que vivimos es esencial para mejorar el equilibrio y paz interior.

 

Limpiar la basura de nuestro corazón: La bella metáfora que el anciano novicio utiliza para explicar al resto de monjes por qué se siente tan feliz es realmente inspiradora. Él proyectaba su trabajo hacia su interior. ¿Que debía barrer el jardín? Sentía haciéndolo que también se limpiaba con ello por dentro. Un ejemplo que vino a decir a los monjes: todo lo que haces tiene una repercusión en tu interior. ¿Tu tarea es cantar? Llena de música tu corazón. ¿Tu tarea es leer? Nota cómo tu interior se llena de sabiduría…

 

El objetivo, el equilibrio emocional: A los monjes les llamaba mucho la atención la serenidad conseguida por el anciano novicio, sin hacer nada especial. ¿Cómo podía estar siempre tan contento si solo barría? No era una tarea especialmente noble y enriquecedora… Sin embargo, el anciano novicio les vino a decir desde su inmensa humildad: «No se trata de tener uno u otro trabajo, sino de sentirse feliz con lo que uno tiene, utilizando su tarea para enriquecerse por dentro».

 

La felicidad logra ese equilibrio emocional tan deseado por todos. Quien se siente feliz consigo mismo, irradia felicidad a los demás. Lo mismo sucede con la paz interior, que brilla y se proyecta sobre todos los que están cerca.

 

«Mientras barro el suelo, pienso que estoy barriendo la basura de mi corazón»

 

Conquistar la felicidad: El anciano novicio se sentía feliz porque no sentía ambiciones que pudieran llevarle a la frustración. No deseaba más ni menos. Aprendió a valorar lo poco que tenía. Muchas veces nos sentimos infelices porque no podemos tener aquello que deseamos. No siempre se trata de objetos materiales.

 

A veces nos hundimos por no poder tener el trabajo que desearíamos tener o la vida con la que tanto habíamos soñado. No nos damos cuenta de que es mucho más feliz aquel que desea menos, el que se conforma con lo que tiene y aprende a valorarlo. No se trata de ser conformista y no luchar por mejorar, sino de ser conscientes de lo que tenemos y hemos conseguido hasta el momento y contemplarlo como un triunfo.

 

«Es más feliz el que saborea lo poco que tiene que el que tiene mucho pero no es capaz de ver todo lo que tiene»

 

Quien realmente es feliz con lo que hace, quien realmente desea hacer eso que realiza en ese momento, su esfuerzo, su perseverancia y su ilusión, le ayudarán a hacerlo mejor que nadie. De ahí ese final del cuento que dice ‘hace más el que quiere que el que puede’

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