Dedicatoria:

En ofrenda de amistad y amor para ti Princesa Dhanna Giselle.

Este cuento es para los grandes constructores de utopías.

Es para todos los niños y niñas que tienen grandes amigos. Para los niños y niñas ya adultos, y los que, por su corazón limpio y generoso, siempre lo serán.

Si alguna vez conocieron o supieron del Principito y su pequeño planeta, sepan que la princesa Dhanna y el osito Toy, fueron sus grandes amigos, pero no quiso el Principito contar la historia de sus vecinitos, ya que a cada quién le tocaría venir a ese planeta a vivir sus propias experiencias.

En esta fiesta de los 15 años que cumple hoy la princesa Dhanna Giselle.

El Osito Toy y la Princesa Dhanna

Crónicas de la vida en el Gran Circo

 

Tranquilino González Gómez

 

Lo que pocos saben es que, para montar un gran espectáculo en un circo, se requieren hacer muchos preparativos. Antes de ver las centellantes luces de múltiples colores, los artistas en los camerinos, con el pánico que siempre aparece antes de presentarse en público, pero también con el gusto de mostrar su talento, se visten muy de prisa con sus mejores galas para salir al escenario.

Bajo la enorme carpa del Gran Circo se observa una hermosísima joven princesa. Se trata de una adorable bailarina que con gran arte despliega sus encantos. Cuando los espectadores ven y saborean su danza, entonces pueden apreciar su cuerpo de gacela agitándose en el espacio aéreo. Su nombre es Dhanna, pero en el espectáculo la llaman la Princesa Dhanna.

Solitaria estaba la bella Dhanna dentro de ese Gran Circo, porque todos los artistas habían ido perdiendo con el tiempo su talento. De tanto juguetear y buscando ser más gracioso, el payaso perdió su don más preciado: la risa. El domador de fieras gruñonas había derrochado su valor y vivía agobiado por el miedo de haber abusado del látigo con los leones, y el acróbata acabó con la flexibilidad de su pensamiento hasta quedarse petrificado; todos ellos terminaron por destruir su divina magia para actuar en el Gran Circo de la vida.

Sin embargo, no todo estaba perdido en ese gran espectáculo de hombres cubiertos con sus armaduras de hierro. En ese lugar floreció el milagro del amor y la amistad. Muy cerca de los vestidores donde Dhanna juguetea y comparte risas con quienes la visitan, había una pequeña jaula con un hermoso y pequeño oso recién traído de otro circo. Dhanna jamás había visto a un osito como este, ya que era completamente diferente, pues pretendía ser muy fuerte, lo cual resultaba extraño para un osito tan pequeño y con apariencia tan tierna.

El pequeño oso bajo su apariencia de gran fortaleza, se encontraba igualmente sólo. Los barrotes de su jaula habían borrado de su memoria el aroma a libertad que experimentó en su infancia, antes de ser capturado por lo cazadores de almas que se dedicaban a comerciar con los seres valiosos. Osito Toy, como Dhanna lo nombró, conocía mucho; era un gran amante de la sabiduría.

En su búsqueda por desprenderse de los barrotes y recuperar su libertad, Toy había dedicado muchos años al conocimiento. Había estado en otros circos donde tuvo grandes amores que lo abandonaron y por esos sufrimientos se había hecho medio meloso. Había viajado por diferentes lugares, conoció miles de cirqueros, se hizo de muchos amigos, pero aprendió finalmente a desarrollar su espíritu de guerrero, impecable en el dominio de si mismo.

Como era de esperarse estas dos almas gemelas pronto se hicieron grandes e inseparables amigos, pues, por un lado, la juventud e inexperiencia de Dhanna no le permitían darse cuenta de los alcances de su naturaleza perfecta: la danza aérea con los vuelos sin límite. Mientras que osito Toy, cansado y desalentado por las tristes experiencias que la vida en el circo trae consigo, vio en la Princesa una fuente de juventud y alegría para su propia vida, sobre todo cuando ella, le obsequió el más grande regalo que alguna vez otorgara, su relojito, que tenía en el centro una luminosa flor de loto.

Encontraron su pasatiempo favorito en estar juntos, compartir ideas y risas. Los dos fueron contratados para una gran función que se tendría en diciembre de ese año. Faltando escasos tres meses para la gran presentación, se veía a todos correr por aquí y por allá, preparando lo necesario para el más grande espectáculo que habría en la vida de ese Gran Circo.

Era algo caótico. Por un lado, se veían a un par de elefantes baquetones, ser correteados por su domador borrachín, dándoles el entrenamiento necesario para su famoso y mundialmente conocido número que ellos mismos denominaban “El show de los librillos”. Por otro lado, haciéndose notar menos, el payaso del circo caminaba de un lado a otro arrastrando sus enormes zapatos, como murmurando cosas sin sentido para si mismo. Había pasado tanto tiempo pensando como mejorar su show, que perdió el verdadero sentido de ser payaso, olvidó ser espontáneo.

Al lado de los vestidores de Dhanna, también colocaron una enorme jaula con cinco monos agresivos y mal humorados, que presentaban un show llamado “Monos en el Extranjero”. Se podían ver tantas otras atracciones animales en ese lugar, como la afamadísima bestia negra, reconocida en numerosas ciudades por sus ansias de devorarlo todo; estresados y agitados por la presión del próximo espectáculo, no había un solo lugar donde la princesa Dhanna pudiera ensayar y preparar sus eróticas danzas árabes, que exigen una gran delicadeza del movimiento de sus caderas.

Fue allí donde el osito Toy le transmitió las palabras sagradas que hacen de una mujer una Diosa. La hizo Venus etérea, para que con su propia magia encontrará los misterios infinitos que el amor conquista, y comprendiera que no solo se trata de viajar por la vida buscando pasar el tiempo, conociendo lugares lejanos, sino que lo más hermoso tiene que ver con recorrer nuestro propio camino interior, y que el amor no se cambia por diversión, porque el corazón es lo más sagrado que nos pertenece.

Toy había aprendido el arte de amar con Erich Fromm, y los secretos de la cábala y el tarot no eran un misterio para su esforzado pensamiento. El osito tenía sin embargo una pasión por lo meloso sangriento, que le había llevado a enamorarse de una coneja indecisa y una vaquita suiza de muy mal carácter. No menor había sido su experiencia con una fiera leona que le dejó heridas de muerte en su ya lastimado corazón. Alguna vez le confesó a Dhanna que Drácula, el amor nunca muere, había sido su propio destino.

Esos dolorosos hechos, más las tristes experiencias con novios que no comprendieron los profundos anhelos de la princesa Dhanna, les llevaron a buscar el amor en su aspecto más puro y limpio, el amor espiritual de la amistad en que se comparte todo, las aspiraciones y los sueños, así como las desgracias y sufrimientos. La princesa como corresponde a una persona de tan alto abolengo, soñaba encontrar algún día a su príncipe azul. Vivía en un planeta púrpura bellísimo, en donde le hacía compañía una hermosa rosa y gigantescas plantas boababs de brillantes colores. Sin embargo, su ávido espíritu de aventura le había llevado a conocer la vida en este Gran Circo.

Osito Toy vivía en el planeta violeta, y curiosamente no sabían ambos que eran vecinos, porque sus tonalidades vibran muy cercanas, pero no se conocieron sino hasta el Gran Circo. Toy vino a este planeta a aprender los secretos del amor terrestre y las razones por las cuales las doncellas se unen a los hijos de los Dioses. Llegó a un desierto donde domesticó a un zorro, compañero del que fuera amigo del Principito, pero fue aprisionado por mujeres crueles que lo vendieron al circo donde le enseñaron a danzar con pasos lentos pero firmes, el número que exhibía en todas sus presentaciones. Osito Toy, se volvió entonces un ser muy triste, porque pensaba que en los circos sólo debía haber  alegría, bailes y risas, pero no la violencia de los domadores de fieras, la torpeza de los tontos payaso y el codicioso interés de las mujeres hermosas.

 

El osito encontró en la princesa Dhanna la fuerza para desplegar todas sus capacidades y recuperar su espíritu de guerrero indomable, que perdió con las terribles experiencias que había sufrido. Tomó la decisión de regresar a su planeta violeta, para embriagarse de amaneceres y gozar de los colores rojo rubí, azul celeste y el blanco diamante con que estaban construidos los caminos en su mundo. Se fue al desierto y la serpiente que le amaba tanto como al Principito desde su llegada a este planeta, le obsequió el regalo último para mandárlo de regreso a su mundo para que pudiera dar desde el cielo, su gran amor a todos los seres humanos a través de los destellos con que las estrellas y sus mundos cubren la tierra.

La princesa Dhanna luego de viajar por todo el mundo y enamorarse de miles de apuestos y gallardos príncipes, cansada de la vida frívola que se llevaba en el Gran Circo, una vez que conquistó el gran arte de bailar y que su fama recorrió todo el universo, también decidió regresar a su planeta púrpura para cuidar a su delicada rosa que había abandonado, pero sobre todo, para continuar platicando y riéndose por siempre con su vecinito, el príncipe Osito Toy del planeta violeta, y cuentan, sobre todo los niños que siempre dicen la verdad y saben escuchar con el corazón, no sin cierto dejo de gran misterio, que cuando alguien oye el sonido secreto de las estrellas por las noches, los dos, la princesa Dhanna y el osito Toy bailan la danza del amor eterno, para que Dios no se aburra sólo viendo los inaguantables números de los torpes artistas del Gran Circo en la tierra.

 

 

 

 

Deja un comentario