Piénsalo tres veces

El reto de enfrentar la realidad

Francisco Javier Rauda Larios


Puedes desear que las cosas en el futuro sean diferentes, pero en este momento tienes que aceptar las cosas como son.

Deepak Chopra

 

 

Tal vez, pero solo tal vez, se preguntará mi querido lector, por qué es un reto enfrentar la realidad.

Y quizá, pero solo quizá, sea porque a la mayoría de nosotros nos gusta mirar a través de nuestros lentes color de rosa.

Dice uno de mis canta autores favoritos, Joaquín Sabina, en una de sus canciones:

“…yo le quería decir la verdad por amarga que fuera, pero ella prefería escuchar mentiras piadosas.”

La cuestión, una vez más, es…

¿Por qué?

Porque preferimos, una gran mayoría “escuchar mentiras piadosas”, que enfrentar la realidad, por amarga que sea.

Y esto mi apreciado lector no es privativo de las personas en lo individual, resulta que también sucede a nivel organizacional.

En tal caso, las interrogantes que me surgen son:

¿Qué tan bien conocen su realidad las organizaciones?

¿Cómo interpretan su realidad?

¿Cuál es la realidad organizacional?

He sostenido, y sigo sosteniendo, la idea de que la Empresa/Organización está compuesta por personas y que todo cuanto es aplicable a las personas en lo particular aplica de igual manera a las Empresas y Organizaciones en lo general, solo que multiplicado por el número de personas que las forman.

Hace poco me invito una Empresa del ramo ferretero a impartir una conferencia sobre el rediseño de la cultura organizacional, ya que pretende llevar a cabo una iniciativa de esta índole.

Una de las preguntas que surgió durante la conversación fue:

¿Por qué cuesta tanto trabajo cambiar la cultura organizacional?

Para dar mi respuesta les comenté, primeramente, que para mí la cultura organizacional es a la Empresa lo que los hábitos son a la Persona. Que, desde mi punto de vista muy personal, la cultura organizacional no es más que los hábitos de la Empresa/Organización.

Y si a nosotros como personas nos cuesta tanto modificar nuestros hábitos, imagine, mi estimado lector, lo que cuesta cambiar los hábitos de 2, 5, 10, 50, 100 o más personas a la vez.

Para poder dar un poco de luz sobre este asunto cabe señalar que, la realidad, con toda su complejidad y a veces crudeza, es un componente intrínseco de la existencia humana.

Sin embargo, enfrentarla plenamente es una tarea que a menudo nos resulta desafiante.

Este fenómeno, si es que el término es aplicable, puede deberse a una serie de factores psicológicos y sociales que influyen en la manera en que percibimos y aceptamos la verdad.

Uno de los obstáculos fundamentales radica en la naturaleza humana de buscar la comodidad y la evasión del dolor emocional.

Muchas veces, la realidad nos confronta con situaciones difíciles, ya sea la pérdida de seres queridos, fracasos personales o crisis inesperadas.

Ante estos desafíos, nuestra tendencia natural es resistirnos a enfrentarlos de manera directa, buscando refugio en la negación, la evasión o la creación de ilusiones reconfortantes (los famosos lentes color de rosa).

Además, las expectativas sociales y las presiones culturales también desempeñan un papel significativo en nuestra resistencia a la realidad.

La sociedad a menudo promueve ideales inalcanzables de éxito, felicidad y perfección, lo que crea un abismo entre nuestras expectativas y la realidad que vivimos.

Este desajuste puede generar ansiedad y disonancia cognitiva, llevándonos a refugiarnos en narrativas autoengañosas para mantener la ilusión de conformidad con las expectativas externas.

Superar estos desafíos y enfrentar la realidad de manera más efectiva requiere un enfoque consciente y auténtico.

En primer lugar, la autoconciencia es fundamental.

Reconocer nuestras emociones, miedos y resistencias es el primer paso para abordar la realidad de manera honesta. De igual manera, la práctica de la atención plena y la reflexión personal es, sin lugar a duda, una herramienta valiosa para desarrollar la autoconciencia.

Además, fomentar la resiliencia emocional es esencial para afrontar la realidad con mayor fortaleza.

Aprender a gestionar el estrés, cultivar la paciencia y desarrollar habilidades de afrontamiento son aspectos clave de este proceso.

En algunos casos, inclusive, puede recurrirse a la terapia psicológica para explorar y abordar las barreras psicológicas que dificultan la aceptación de la realidad.

De igual manera, una práctica saludable y efectiva, es la construcción de comunidades de apoyo. Compartir experiencias, aprender de los demás y sentirse respaldado por una red social sólida puede hacer que enfrentar la realidad sea una tarea menos abrumadora.

La empatía y el entendimiento mutuo crean un ambiente propicio para el crecimiento personal y la adaptación a las circunstancias cambiantes.

En conclusión, enfrentar la realidad es un proceso intrincado que implica confrontar nuestras propias limitaciones y las complejidades del mundo que nos rodea.

Sin embargo, a través de la autoconciencia, la resiliencia emocional y el apoyo social, podemos allanar el camino hacia una aceptación más profunda y significativa de la realidad.

Este viaje no solo nos permite crecer como individuos, sino también contribuir a la construcción de una sociedad, que incluye, obviamente, empresas y organizaciones, más resiliente y compasiva.

En palabras de Lao Tzu.

 

“La vida es una serie de cambios naturales y espontáneos. No te resistas a ellos; eso solo crea pena. Deja que la realidad sea realidad. Deje que las cosas fluyan naturalmente hacia adelante de la forma que quiera.”


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