Ciudad Hidalgo Michoacán
Elizabeth Zamudio Olivares, cronista de Ciudad Hidalgo.
El Rincón de Cedeño, mejor conocido como Rincón de Dolores es una comunidad del municipio de Hidalgo, actualmente forma parte de la mancha urbana de la cabecera que es Ciudad Hidalgo, se localiza al sur poniente a 2.8 km del centro de la ciudad, en ese lugar se encuentra la Unidad Deportiva, El Conalep Plantel Ciudad Hidalgo y la Secundaria Técnica Forestal #51, además hay dos escuelas primarias, una privada y otra publica, así como un Jardín de Niños.
El Rincón es como lo conocemos hoy en la Ciudad, desde la colonia y hasta mediados del siglo XX, su población se dedicaba al obraje, especialmente elaboraba gabanes de algodón y lana, actividad que hoy en día está en peligro de extinción; la comunidad se ha caracterizado por su profundo fervor católico y se le reconoce el apoyo que, durante los tiempos de las persecuciones religiosas de la primera mitad del siglo XX, les otorgaron a todos aquellos sacerdotes que llegaron buscando reguardo y protección.
El 3 de marzo de 1915 el arzobispo Ruiz y Flores nombró párroco de Villa Hidalgo al presbítero Rafael María Navarro, quien empezó a gestionar, en junio de ese mismo año, que le enviaran un vicario para la comunidad de San Pedro Catáracuaro. En los primeros días de septiembre de ese 1915, rendían frutos las arduas gestiones que había realizado e informaba a las autoridades eclesiásticas que había llegado a la parroquia como vicario el padre Jesús Garibay Pensabén, un sacerdote oriundo de Pátzcuaro, que pasó la mayor parte de su vida y de su actividad pastoral en el curato de Villa Hidalgo, que después se llamó de Ciudad Hidalgo.
La tradición oral nos dice que en la segunda semana de noviembre de 1917, llegó al Rincón la imagen de bulto de Nuestra Señora de los Dolores; seguramente con la intención de mitigar la desolación, las enfermedades y la pobreza generalizada entre el grueso de los feligreses después de terminada la lucha revolucionaria, así como, las irregularidades hidrometereológicas que, desde 1913, combinaron años de lluvias excesivas con otros de extremada sequía, acompañados de plagas de langosta, lo que provocó la escasez y especulación de los granos básicos, ocasionando una creciente hambruna en zonas rurales y urbanas. Por si eso no fuera suficiente, desde principios de 1915 se desarrolló una devastadora epidemia de viruela negra, flanqueada de brotes no menos letales de tifoidea y sarampión que dejaron viudas, huérfanos y muerte por todo el curato de Villa Hidalgo.
La promulgación de la Constitución de 1917 arreció los aires anticlericales y el párroco Navarro continuo con su trabajo pastoral y de gestión, a pesar de la vigencia del nuevo documento que le complicaron la administración del curato, la cual se agudizó por el crecimiento demográfico que se registraba en la municipalidad de Villa Hidalgo. Las gestiones realizadas rindieron frutos a finales de dicho año, ya que llegó el presbítero Francisco Esquivel a apoyar al equipo del padre Navarro, que estaba integrado por el padre Martínez y Garibay, no obstante, la presencia del nuevo sacerdote no mejoro la carga de trabajo de los demás, ya que a mediados de 1918 se manifestó en la región la epidemia conocida como la influenza o gripe española que causo más estragos que la violencia desatada y protagonizada por los hombres durante la revolución y mucho más necesidades espirituales para la población.
Para inicios de 1919 los clérigos del curato seguían registrando condiciones de extrema dureza y permanente riego para su integridad física en el desarrollo de su trabajo pastoral, tanto por la epidemia, como por las cuadrillas de rebeldes que se resguardaban en el territorio del curato y por ese motivo llegaban constantemente las tropas del gobierno y no daban ninguna tregua ni cuartel, la situación comenzó a cambiar para finales de dicho año, pues ya se había generado las condiciones para que surgiera un ambiente de paz y tranquilidad que permitió el inicio de un proceso de fortalecimiento de la vida religiosa en la región.
La víspera de la Semana Santa de 1925, la parroquia de San José de Ciudad Hidalgo quedó en manos del padre Jesús Garibay Pensabén en calidad de vicario cooperador y nuevamente por esos días se comenzaron a vislumbrar en el horizonte político y social del país los nubarrones de lo que sería la Persecución religiosa que desembocó en el movimiento armado que se conoce como la Guerra Cristera y que fue intenso en la jurisdicción de la parroquia local.
El padre Jesús Garibay jugo un papel preponderante en la región durante la lucha armada que se desato a raíz de la Ley de Tolerancia de Cultos emitida en junio de 1926, mejor conocida como la Ley Calles. A pesar que las autoridades eclesiásticas no permitieron que el clero se involucrara en el movimiento armado, el padre Garibay asistió como capellán a las tropas cristeras que se movían por el curato de San José, ante esta rebeldía fue reprendido por el cura Navarro y por su parte, la guarnición militar del gobierno lo buscaron con órdenes de aprehensión o fusilamiento, pero nunca lo pudieron localizar, ni tampoco fue delatado, la tradición oral nos dice que fue protegido por la comunidad del Rincón de Dolores donde la población era 100% católica y desde esos tiempos se dio una interacción entre el sacerdote y los pobladores que lo llevaron a decidir vivir sus últimos años en ese lugar, como capellán, donde falleció en junio de 1972 y su cuerpo se encuentra sepultado en la parroquia de Nuestra Señora de los Dolores.
En enero de 1939 el cura de la parroquia de San José era el presbítero José Cianca Quiroz, quien hizo una solicitud para que el oratorio del Rincón de Dolores se le concediera la gracia de tener al Santísimo de una manera habitual, argumentando que sus habitantes eran en su totalidad católicos prácticos, que siempre han sido defensores de los clérigos y especialmente hospitalarios en tiempos difíciles y peligrosos para el sacerdote, la tradición oral nos cuenta que él también recibió protección en ese lugar, ante tales evidencias, la solicitud fue resuelta de manera positiva dos meses después.
El cura José Cianca muere el 21 de agosto de 1947 y el sacerdote Jesús Garibay permaneció al frente de la parroquia de San José como vicario ecónomo desde dicha fecha hasta finales de mayo de 1948. En este año 2023 está documentado que, en febrero de 1948 mediante volantes, el Pbro. Jesús Garibay Pensabén invitaba a los feligreses a que acudieran a la celebración de los Siete Viernes Dolorosos en el templo de Rincón de Dolores, a las 8 de la mañana Misa Solemne, a las 5 de la tarde Ejercicios Vespertinos en el que se rezaría la Corona Dolorosa. Esta tradición perdura hasta nuestros días de manera ininterrumpida por al menos 75 años, ya algunas personas del Rincón comentan que 1942 es el año cuando se inició esta devoción a la virgen.
En aquellos años iniciales la gente acudía en familia, cada viernes de dolores, caminando descalzos 3 km o más en terracería, iban de toda la región, especialmente de Ciudad Hidalgo, si la culpa era muy grande o era el pago de una manda, las personas hacían un tramo de rodillas y llegaban frente a la virgen sangrando de esa articulación, pero satisfechos y felices de poder estar cerca de ella y quedar en primera fila para rezar la coronilla, todo mundo llevaba sus veladoras para ofrecérselas a Nuestra Señora de los Dolores.
Esta devoción a la Virgen del Rincón sigue vigente, aunque ya casi no hay personas que vayan descalzas y las que se arrodillan lo hacen a la entrada de la hoy parroquia, la cual fue erigida en octubre del 2012 por el arzobispo de Morelia Alberto Suarez Inda, aunque la construcción del edificio se inició en el 2007 y se terminó en el 2014.
El presbítero José Miguel Ángel Pérez Flores, actual cura de la parroquia, que ya lleva casi cuatro años en el lugar, se percató de las peregrinaciones que llegan ahí cada año provenientes de las tenencias de Agostitlán y de Morelos que pertenecen al municipio de Hidalgo, así como, la de Álvaro Obregón y la de San Vicente cerca de Maravatío, también se dio cuenta de la presencia muy nutrida de los feligreses que llegan cada viernes de Dolores, siendo el último de estos el más concurrido, se calcula que este 2023 asistieron 15 mil fieles durante todo el día.
Ante este fenómeno de fervor católico ininterrumpido desde hace varias décadas, el sr. cura se permitió hacer la solicitud de la coronación de Nuestra Señora de los Dolores el 25 de julio de 2022 fecha de la festividad de Santiago Apóstol. En el XXVI aniversario Episcopal de Mons. Carlos Garfias Merlos oriundo de Ciudad Hidalgo. Dicha petición tuvo respuesta afirmativa y la coronación diocesana se dio el 18 de noviembre de 2022.
La Coronación es un proceso en el que hay que demostrar que una imagen concreta recibe un culto multisecular, es decir, que esa imagen haya movido desde muchos años atrás a los fieles a una veneración sincera a la Madre de Dios por medio de ese signo que es la imagen. Demostrando esto, la autoridad eclesiástica determina coronarla solemnemente, poniendo sobre su cabeza una corona. Es por tanto, una práctica que une a los fieles más a la iglesia de Jesucristo unida a María.
Después de la solemnidad de la coronación, el 8 de enero de 2023 el padre J. Miguel Ángel Pérez Flores hizo una nueva solicitud, pero en esta ocasión, la petición fue para elevar a Santuario la parroquia de Nuestra Señora de los Dolores, dicha petición la hizo el día que se celebra la solemnidad de la Epifanía del Señor. Y la respuesta de nuevo fue afirmativa, así que este 10 de noviembre del año en curso se realizara el acto solemne de elevación a Santuario.
FUENTES:
Entrevista realizada al Sr. cura de la Parroquia de Nuestra Señora de los Dolores, José Miguel Ángel Pérez Flores, el día 7 de noviembre de 2023, en Ciudad Hidalgo Michoacán.
Pérez Escutia, Ramón Alonso y Rubio Morales, Luis Daniel. LA TRAYECTORIA DE LA PARROQUIA DE SAN JOSE TAXIMAROA/CIUDAD HIDALGO, MICHOACÁN. Cinco siglos del cristianismo en Michoacán. Morelia, Michoacán.
https://www.diocesisdecordoba.es/media/2017/10/Informaci%C3%B3n-sobre-qu%C3%A9-es-una-Coronaci%C3%B3n-Can%C3%B3nica.pdf