Por: Mtro. Hist. José Arturo Villaseñor Gómez
Durante la Guerra de Reforma (1858-1861), Michoacán, sus pueblos, ciudades y municipios, vivieron momentos difíciles: La lucha político ideológica por el control de las conciencias y economía de los habitantes del estado se vieron inmersas en una encrucijada difícil de dilucidar.
Por una parte, los fieles católicos escuchaban asombrados como, desde el púlpito de las iglesias, se lanzaban anatemas contra los liberales «come-curas», rojos que estaban atacando la fe del pueblo piadoso, bueno noble y creyente invitando a gente de otra parte del mundo a poblar el suelo mexicano.
Eran ideas liberales para sanear una economía en crisis por la parálisis que vivía el país en materia de fluidez de capital.
A su vez los liberales acusaban de «retrógrados» a los conservadores, de ser los culpables del atraso, ignorancia estancamiento y miseria de la gran mayoría de la población nacional.
Cabe destacar que en esta polémica ambos tenían argumentos sólidos para atacarse mutuamente… Pero cabe destacar que ambos también tenían errores y vicios de fondo; a manera de ejemplo podemos señalar que los juaristas buscaban imitar el modelo norteamericano de nación, descuidando la misma esencia de nuestro pueblo, queriendo hacer ciudadanos a todos en un momento difícil, sin tomar en cuenta la cultura y sabiduría de los grupos indígenas y campesinos.
Por su parte los conservadores querían también una nación sólida en lo económico y la seguridad, queriendo imitar a los países monárquicos como Francia.
Lo patético del asunto es que ambos se deseaban destrozar y aniquilar totalmente, fue una lucha entre mexicanos que no se pusieron de acuerdo sino por la vía armada.
La guerra trajo a los franceses y a un emperador llamado Maximiliano por parte del bando conservador, y al apoyo norteamericano por los liberales.
La derrota fue aparentemente de los monarquistas, ante un grupo triunfador que impuso el modelo liberal porfiriano… El pueblo «bueno», siguió en la pobreza e ignorancia.
A la fecha sigue ocurriendo algo similar ante un discurso de «malos» contra «buenos mexicanos» se usan opiniones que buscan no dialogar sino imponer su visión de nación e intereses partidistas y personales, descuidando el beneficio de las mayorías.