LA CASA EN QUE VIVO
LUIS MANUEL RODRÍGUEZ GARCÍA.
La casa en que vivo tiene paredes
de silencio, puertas que susurran
secretos al cerrarse, ventanas que
atrapan el vuelo de los pájaros y los
convierten en sombras de cristal.
El techo guarda el eco de las lluvias
pasadas, gotas que dibujan mapas
en la madera, mientras el suelo,
cansado de pisadas, guarda el
polvo de todas las ausencias.
En el rincón más oscuro,
la memoria teje
telarañas con hilos de
olvido, y en la cocina, el
aroma del café
se mezcla con los rezos de la abuela.
Esta casa es un cuerpo
que respira, un refugio
de luces y sombras,
donde cada grieta cuenta una historia
y el tiempo se queda dormido en los espejos