Por Mtro. José Arturo Villaseñor Gómez.
En plena efervescencia armada durante el periodo de 1862-1867, en nuestra entidad los municipios resintieron el impacto político – ideológico y económico en todo su rigor: desde la directriz del estado el grupo conservador buscó asignar gente de su entera confianza en su gobierno para controlar las demarcaciones municipales a su cuidado y desde ese espacio vigilar la paz y tranquilidad relativa, cuidar que nadie portase armas sin licencia de las autoridades, ordenar toques de queda al obscurecer, llevar un padrón de vecinos y visitantes al poblado o ciudad y, recaudar impuestos.
Cabe destacar que en ese periodo hubo ciudades michoacanas importantes que se declararon fieles al imperio de Maximiliano, éstas fueron Zamora, La Piedad, Pátzcuaro y Morelia, por mencionar algunas de las de mayor población.
A su vez los republicanos intentaban también controlar poblaciones y municipios o por lo menos provocar incertidumbre en los imperialistas y no dejarles un momento de reposo. Éste grupo tuvo también espacios municipales bajo su control político, tales fueron los casos de Zitácuaro, Huetamo, Tacámbaro y Uruapan por mencionar los de mayor relevancia.
De igual modo por los caminos y brechas transitaban arrieros, «varilleros» (vendedores ambulantes), gente que trasladaba mercancías, ganado y rumores, periódicos e información como espías por parte de ambos bandos.
En medio de este conflicto existía una población urbana y rural que temerosa estaba a la expectativa de las acciones armadas. No faltaron las fiestas y celebraciones con grandes comidas, música, discursos y fuegos pirotécnico cuando un bando tomaba una población o ciudad de cierta relevancia.
No obstante, el comercio, minería, agricultura y ganadería, que eran las bases de la economía, no tuvieron un desarrollo constante. Tampoco la recaudación de impuestos ni hubo las mejoras esperadas a la llegada de Maximiliano. Esto es lógico porque no hubo condiciones de aplicar ningún proyecto de nación.
Sería con la partida a Europa de las tropas francesas y la legión extranjera que dejó solo al emperador quien no quiso dimitir de su cargo y fue fusilado, cuando entraría Juárez a la Ciudad de México triunfante cuando se buscó finalmente imponer el modelo liberal.