Por: Mtro. Hist. José Arturo Villaseñor Gómez.


Concluida la llamada Revolución Mexicana, tras la publicación de la Constitución del 5 de febrero de 1917, nuevamente hubo una preocupación por la reconstrucción del Estado mexicano que atravesaba un estancamiento severo: El agro colapsado, la minería suspendida, el comercio paralizado, los bandidos merodeando en un Michoacán a Merced de Inés Chávez García, los caminos destruidos y el nuevo estado gubernativo intentando dar orden y cohesión a una población analfabeta en un alto porcentaje.

 

Los ayuntamientos, sin duda, padecieron este fenómeno y desde la directriz nacional se busca la reconstrucción de la administración pública. En este sentido los municipios recibieron la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, que en sus artículos contemplaba la educación laica, gratuita y obligatoria, la posesión de tierras al estado laico y a los campesinos mexicanos, las jornadas de trabajo reguladas, entre otras garantías y libertades.

 

No obstante, era menester organizar la cuestión municipal desde sus cimientos, tarea que no fue fácil, ni ocurrió por decreto ni al instante; la transformación fue lenta, llena de obstáculos, desde la falta de información de los cuerpos integrantes de los cabildos, muchas veces a merced de fuerzas locales fácticas tradicionales como los caciques, los dueños de tierras, comerciantes, ganaderos y algunas ocasiones el clero que se escandalizaba por la «educación socialista».

 

Sería hasta bien entrado el siglo XX cuando hubo transformaciones en los ayuntamientos. Del papel de los regidores podemos señalar que de ellos hubo quiénes cobraron conciencia de sus facultades en algunos momentos, como en la etapa de la creación de los ejidos, entre 1920 y 1940 en pleno Cardenismo; no son pocos los ejidatarios, quienes fueron regidores y, pelearon auxiliados por el «maestro rural» ambos grupos trabajaron en beneficio del agro, la educación pública y el beneficio de sus comunidades rurales y de los pobladores de Villas y pequeñas ciudades.

 

Cabe también señalar que hubo un gran porcentaje al servicio de intereses mezquinos. Sería hasta los años ochenta del siglo XX, cuando mediante decreto empezaron a percibir un sueldo-compensación por fungir como representantes del pueblo con el cargo de regidores.

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