José Juan Marín
En gran parte del mundo aumentan los casos que requieren ayuda médica para combatir la soledad, el estrés, los trastornos narcisistas, la ansiedad, algún padecimiento mental o alguna adicción.
La enfermedad mental que alguna vez fue un estigma, hoy está dolorosamente presente en la vida social. Los padecimientos mentales y emocionales se siguen abordando con consultas médicas y medicamento controlado.
Dijo el psicólogo y psiquiatra Víktor Frankl que, así como “cada época tiene sus neurosis y sus malformaciones emocionales”, también cada época es capaz de construir respuestas a la medida de sus males.
El siglo XXI trajo consigo la soledad, el insomnio y la depresión como enfermedades comunes y transversales, pero no hay que confundir la enfermedad con sus síntomas.
En EU se han multiplicado la disfunción familiar y social, de acuerdo con cifras recientes, y ha cobrado forma el estilo de vida individualista, que implica pocas responsabilidades. En otros países van al alza los padecimientos mentales y emocionales que, si no se atienden, destruyen la cohesión familiar y desvían a la sociedad de sus fines.
Es necesario ver a la soledad como una elección de vida, pero a veces la soledad puede ser el síntoma de una enfermedad por desadaptación.
En México los padecimientos mentales han crecido a lo largo del siglo XXI, pero se volvieron más graves a raíz de la pandemia de COVID-19, y Michoacán no ha sido la excepción.
A la luz de estos hechos, hay dos pendientes gubernamentales que no debemos pasar por alto: una, dar la mayor atención del Centro Michoacano de Salud Mental (CEMISAM), y otra, los bajos presupuestos que se asignan a la salud mental de la sociedad.
Ahora que ha crecido el mal humor social y se ha generalizado el consumo de algún estupefaciente o de drogas sintéticas, es necesario que el Hospital Psiquiátrico y otras instancias de salud funcionen a cabalidad, porque las terapias y medicamentos pueden disminuir las cifras de violencia en la entidad.
En 1975, el 65% del gasto en salud mental iba a hospitales y asilos. Hoy sólo se dirige a esos establecimientos 31%. Hasta casos graves son hoy tratados con fármacos.
Además de que hace falta forjar el carácter y educar la fortaleza en los jóvenes de hoy, es necesario crear clínicas en las que se brinde todo tipo de terapias: la de atención psicológica, la ocupacional, la cognoscitivo-conductual y la del amor a la vida.
Ahora que en México se ha presentado un nuevo programa de salud mental, es necesario decir que los jóvenes no requieren píldoras que los atonten, sino orientación y cariño de sus padres y la comunidad familiar.
Pero, sobre todo, se requieren mejores presupuestos para hacer frente a los padecimientos mentales de nuestras sociedades.