MIGUEL HIDALGO Y COSTILLA Y CIUDAD HIDALGO, MICHOACÁN

Parte II

Unidos por la Historia


Por: Elizabeth Zamudio Olivares, cronista de Ciudad Hidalgo

Castillo Ledón nos describe a Hidalgo durante su estancia en el curato de San Felipe de 1793 a 1803 como “poco aliñado en el vestir, se le ve a todas horas cruzar por distintos rumbos vistiendo sencillo traje negro de cura de aldea: chupa, chaqueta y calzón corto de género de lana llamado rompecoche, venido de China; capote de paño, sombrero de ancha falda redonda, zapatos bajos con hebillas y bastón grande.

Interesante silueta que para los vecinos de San Felipe empieza a ser en extremo simpática…”, esta misma figura la vieron los taximaroenses de finales del siglo XVIII y principios del XIX, era un ser humano excepcional, por el gusto por el teatro, el canto, el baile, la música, las mujeres, su picardía,  su sagacidad; podemos pensar, por sus acciones, que nunca quiso ser cura, pero no había muchas oportunidades en el siglo XVIII de escoger una profesión en la cual encajara su interés por la filosofía y teología, que no fuera la del sacerdocio.

Sus convivios eran veladas literarias y reuniones conspirativas, era un excelente anfitrión y muy animoso, contagiaba a los asistentes a quienes ya entrados en confianza y sin mayor recato planteaba temas escabrosos, incitaba a la polémica y a que todos vertieran sus puntos de vista sobre política y religión.

Con frecuencia él hacía la siguiente reflexión: si Francia está gobernada por franceses e Inglaterra por ingleses, ¡por qué la Nueva España no ha de ser gobernada por novo-hispanos?

Se atrevía a decir, que el gobierno de la Iglesia estaba manejado por hombres ignorantes, combatía los dogmas religiosos con argumentos filosóficos, y opinaba que el sexo no era pecado, como comúnmente se creía, sino una evacuación natural y formaba parte del mecanismo de la naturaleza humana, argumento que, hacía felices a muchos de los presentes; cuando la atmosfera se ponía un poco tensa, entonces, daba un giro a la reunión, declamaba y ¡era muy bueno!,  bailaba, cantaba, tocaba instrumentos musicales, contaba chistes, era muy ingenioso.

El dominio que tuvo Hidalgo sobre la lengua francesa, lo llevo a leer los libros prohibidos y clásicos de la antigüedad, hizo traducciones de las tragedias de Racine y de la comedia “El Tartufo” de Moliere; en ésta se pone de realce la hipocresía humana y se exhibe a la aristocracia y a los miembros del clero antes de la revolución francesa, por lo que fue prohibida en ese país. Esta comedia la hacía representar en su casa por los feligreses, a la que acudían tanto el pobre como el rico, esta es una de las razones por la que a su casa se le conocía como la Francia chiquita. Cabe señalar que las comedias de Moliere, fueron parte de la semilla que originó la Revolución Francesa, que puso fin al despotismo monárquico de muchos pueblos.

Estas acciones de Hidalgo, lo llevaron en 1800 a ser acusado ante el Santo Oficio de hereje por Fray Joaquín Huesca, quien manifestó que: el primer día de Pascua de Resurrección de ese año, coincidió en la casa cural de Taximaroa con Fray Manuel Estrada, con el presbítero secular Martín García, sacristán de Zitácuaro, con don Miguel Hidalgo, cura de San Felipe.

Refiere que el cura Hidalgo tomó la historia de Fleuri y leyendo en ella, que Dios no castiga en este mundo con penas temporales, a lo que el que declara le respondió que sí castigaba y que era de fe y continuó diciendo que dicho cura dijo que no era de fe y que era solo propio de la ley antigua el castigar con penas temporales, como plagas y langostas; y que sino ¿de dónde constaba que fuera de fe? A lo que contestó el declarante que constaba de la Epístola de San Pablo a los corintios y que ¿no hemos de dar ascenso a ésta? y entonces se quedó como suspenso dando motivo a sospecha en contra; aunque finalmente dijo sí, es auténtica.

Luego leyó en el mismo Fleuri, que cierto Papa, del que no se acuerda, envió a un concilio en calidad de legados suyos a dos gañanes de campo, y de aquí tomó motivo el dicho cura para hablar con mucho desprecio de muchos papas, en particular, y en general del gobierno de la Iglesia como manejada por hombres ignorantes; así, por este estilo, continúan las acusaciones, afortunadamente no prosperó esta denuncia, pero en 1810 la van a retomar para poder perseguirlo y condenarlo de acuerdo a sus formas.[1]

Adentrémonos un poquito en la historia familiar de este personaje, porque a través de esa información, podemos entender mejor quién fue Miguel Gregorio Antonio Ignacio Hidalgo y Costilla Gallaga y Mandarte, mejor conocido como el cura Hidalgo.

Su padre, Cristóbal Hidalgo y Costilla Pérez Vendaval, nació el 18 de septiembre de 1713 en la huerta de las Juntas, Tejupilco, pueblo ubicado cerca de Toluca; fue capacitado por su padre en las labores agrícola y ganadera y aprendió a manejar la agrimensura, cualidades que lo llevaron a conseguir en 1743 el puesto de administrador de la hacienda de San Diego de Corralejo, ubicada en la jurisdicción de Pénjamo,  por sus habilidades y conocimientos, muy pronto llegó a ser apoderado general de los bienes de la dueña, y ya no va a regresar a su tierra natal, forma su familia en este lugar y muere en 1790 en la mencionada hacienda.

Su madre, Ana María Gallaga Mandarte Villaseñor, nació el 8 de marzo de 1731 en el rancho de Jururemba, perteneciente a Huango, Michoacán, hoy municipio de Villa Morelos,  Ana María fue hija única, a sus tres años fallecieron sus padres y paso al cuidado de sus abuelos maternos, cuatro años después mueren ellos y su tío Mateo Manuel Gallaga se hizo cargo de ella y siguió viviendo en Jururemba hasta 1746, en que tomo el arrendamiento del rancho San Vicente del Caño, perteneciente a la hacienda de Corralejo, donde permaneció hasta 1750, año en que su sobrina Ana María se casó con don Cristóbal Hidalgo y Costilla administrador de dicha hacienda.

De este matrimonio criollo acomodado, nacieron cinco hijos: José Joaquín (1751-1803), Miguel (1753-1811), José María Cesáreo (1755- ), José María de la Trinidad (1759- ) y Manuel Mariano (1762-1809), Miguel sería el protagonista de la historia familiar y nacional.

En 1762 muere Ana María Gallaga y alrededor de 1764 don Cristóbal tuvo un hijo con Rita Toribio Peredo, le puso Mariano Hidalgo Peredo, este medio hermano de Miguel Hidalgo es quien lo acompaña gran parte de su vida y estuvo al pendiente de las haciendas por temporadas, muere junto con él en Chihuahua en 1811.

Don Cristóbal se casa en segundas nupcias con Jerónima Ramos Ortiz Bracamonte y Origel con quien tuvo cinco hijos: Ana Josefa Joaquina, Juan Nepomuceno, María Vicenta, Agustina Lucia o Luisa y María Guadalupe.

 

[1] Pérez Escutia, Ramón Alonso y Rubio Morales, Luis Daniel Pbro. La trayectoria de la Parroquia de San José Taximaroa/Ciudad Hidalgo, Michoacán. Morelia, Michoacán, México, 2022, pp. 117-118

 

 

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