Luis Manuel Rodríguez García nos ofrece

 

Poema HUELLAS EN EL POLVO

Luis Girarte Martínez

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Un día de estos

los dos saldremos juntos a la calle.

 

Los vecinos,

con un velo de asombro cubriéndoles los ojos,

saldrán a despedirnos.

 

Y la mano de un niño,

alzada contra el viento,

dibujará abanicos de adiós

como si fuera un juego.

Y pensará

que yo ya no respondo a sus llamados

ni con la mínima señal de un gesto.

 

Las mujeres,

con un clavel de fuego entre los labios,

con sus vestidos negros

y un saludo cordial entre las manos,

vendrán detrás

siguiéndome los pasos,

como queriendo conocer la ruta

por si un día se atreven a imitarnos.

 

Partiremos los dos

por esa calle que inventaron los muertos.

Y ya no sé

si miraré en el rostro de todos los amigos,

los que dejaron el trabajo,

los que al sonar de los teléfonos

salieron a la esquina

nomás para encontrarnos,

los que escucharon la noticia en el mercado

y no tuvieron

más remedio

que venir a buscarnos,

todos aquellos

que en la muerte del hombre

se vuelven solidarios,

y también los que sienten que al paso de las horas

este mismo camino

tendrán que recorrer

en el último viaje involuntario.

 

Un día de estos, tú yo, como buenos amigos,

saldremos a la calle.

Tomaremos el vino de las otras andanzas,

cantaremos

las canciones de amor que nos hirieron,

en pareja

tú la mujer, yo el hombre,

bailaremos la danza

de la pasión y el fuego.

 

Y…,

sin apartarnos del camino,

siguiendo el rumbo que nos trazó la calle,

atraídos,

por el olor a hierba fresca,

iremos hasta el punto

donde para el amor se abre la tierra

Solo falta que llegado el momento,

sientas el viejo impulso de vivir

y te arrepientas,

y olvides este pacto

de ambiciones eternas,

y desates tus manos de mis manos

como la luz desata tu sombra de mi sombra,

cuando al volver la espalda

dejes que caiga solo…

y tú,

eterna engañadora,

regreses a mi mundo

en busca de otro incauto,

perdido enamorado de tus ojos.

 

No sé por qué a los muertos les quitan los zapatos

como si no supieran lo que duelen

las plantas de los pies

de caminar descalzos,

como si no supieran

que el camino hasta el cielo

es escabroso y largo.

 

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