Pedro Isnardo de la Cruz y Juan Carlos Reyes
La reunión Biden-Xi en San Francisco, California, nos mostró un encuentro de titanes globales.
Al margen del Foro de Cooperación Económica Asia Pacífico (APEC), en sus reuniones privadas, Xi Jinping y Joe Biden demostraron al mundo cómo la política puede convertirse en un espectáculo de poder.
Se trata de un duelo de poder entre las potencias mundiales que disputan la hegemonía de las próximas décadas a escala global, que se mantiene como una dialéctica sosa, sombría, tenebrosa, en la que -tesis maquiaveliana-, el poder es más respetado por más temido.
En ese guion Xi Jinping lleva ventaja estratégica progresiva.
Abre sus cartas con mucho sigilo, cada vez con menor discreción, y muestra cómo conquista un liderazgo chino global cada vez más con mayor eficacia.
No sabemos si las naciones de Occidente -Europa, EUA y México en esa esfera por supuesto-, están comprendiendo la crudeza y las implicaciones de la estrategia de poder chino en el orbe.
La cancillería china y los nuevos liderazgos universitarios, políticos, científicos, tecnológicos y empresariales, han sido y están siendo educados como la nueva generación post hegemónica occidental, con gran comprensión histórica, transcultural, estratégica de las sociedades y naciones adversarias que conquistarán.
¿Desde cuándo y cómo están las cancillerías, las universidades y los gabinetes de dichas naciones preparadas y preparándose para una competencia de éste calado?
Se trata de una competencia cáustica e implacable, de ejercicios y objetivos múltiples en una sombría lucha por afianzar los nuevos procesos de dominación del futuro, dando pasos y golpes cada vez más despiadados, sorpresivos y acelerados.
Y esto se expresa cada vez más en cómo ambas potencias mundiales amparan o revolucionan sus industrias militares, la defensa de sus economías nacionales, la coalición con regímenes demócratas/autócratas y la expansión de sus objetivos y conquistas territoriales, financieras e inmobiliarias, tomando posición y alimentando el fuego detrás o de frente según convenga, en medio de los nuevas guerras y conflictos regionales/internacionales.
Mientras el sueño de la excepcionalidad y liderazgo estadounidense en el mundo experimenta un lento declive, el “sueño chino de renacimiento nacional”, como lo ha comprometido con su pueblo el presidente Xi, avanza con sus propias reglas, estilos, capacidad de permeabilidad sociocultural y tácticas de poder, en su conquista del mundo hacia el 2050.
En materia de cultura estratégica de poder, con China sólo se puede avanzar con modestia, paciencia a toda prueba, franqueza en la comunión de intereses que sí pueden ser objeto de acuerdo, y pasos tangibles y concretos en su realización.
Para la política interna de Xi, ha sido clave el foro porque su presencia fue aclamada con aplausos entre élites internacionales y porque podrá revertir con nuevas inversiones, contratos y alianzas comerciales, los indicadores negativos que preocupan sobre la economía china post pandemia: baja demanda comercial mundial, consumo y ahorro interno en deterioro, expansión del desempleo juvenil, crisis en la propiedad inmobiliaria y bajas certezas globales sobre viabilidad.
Seguramente el encuentro privado de Xi con los principales dueños de Blackstone, BlackRock, Tesla, Apple, Pfizer y Broadcom, renovarán expectativas y saldará preocupaciones.
En política interna, el Foro fue importante para Biden frente a sus opositores y la opinión pública.
Sí, sobre todo porque Biden ha logrado propiciar el restablecimiento del diálogo con su homólogo premier chino (a pesar de la ofensa de llamarle dictador en plena visita y como anfitrión, a lo que el liderazgo chino sabe cómo responder en su propio tiempo, magnitud y espacio), el que se reanuda entre las cúpulas castrenses sino-estadounidenses dados los escenarios bélicos abiertos, y además promisorio el contexto de cooperación china al conformarse un grupo de trabajo para responder a la fabricación y el tráfico ilegal de drogas -y particularmente, el aprovisionamiento de precursores químicos del fentanilo a suelo estadounidense, dado que es la principal causa de muerte en jóvenes y jóvenes adultos en EUA.
En ello mismo, el diálogo personal sostenido con el Presidente Xi en el Foro APEC y el compromiso de su visita a nuestro país en 2024, en una ruta de esfuerzos para prevenir la tragedia de salud pública y los flujos trasnacionales del fentanilo para y desde nuestro país, pueden resultar fundamentales para la Presidencia del Lic. Andrés Manuel López Obrador y para México.
La nueva era mundial trae consigo sus propios ángeles y demonios, que no siempre podrán conocerse ni reconocerse dadas la rivalidad y el principio vector de las relaciones humanas y más aún entre potencias mundiales: la fragilidad.