Celebrando 200 Años de la Fundación del Estado Liberal de Michoacán

Elizabeth Zamudio Olivares, Cronista de Ciudad Hidalgo, Michoacán.


Recapitulando, el Oriente michoacano se compone por sierras, barrancas, cañadas, pequeños valles y grandes extensiones boscosas, actualmente alberga dos grupos indígenas: mazahuas y otomíes, la presencia de los purépechas está muy disminuida.

 

La artesanía es muy variada y exquisita, resultado de la diversidad étnica, lingüística y el trabajo del artesano y cada uno de los géneros o artes que lo componen, como la alfarería, el arte plumaria, la herrería, el bordado, los textiles, la cantería, la elaboración de artículos de ocochal, los cuadros de popotillo, las esferas, los adornos de latón, la joyería y la carpintería que va desde todo tipo de muebles hasta utensilios y juguetes de madera.

 

La gastronomía es extensa, abundante y deliciosa, abarca desde lo más antiguo como los tamales, corundas, atoles, frutas en conserva, pasando por el mole, birria de res, borrego y chivo, menudo, carnitas, caldos de pollo, de pescado, la trucha arcoíris en sus diversas preparaciones, la panadería, pastelería, elaboración de ates, postres, nieves, en fin, ha recibido a lo largo de su historia la influencia de varias culturas, locales y extranjeras.

 

Una de las regiones más representativas de la historia de Michoacán, es por supuesto el Oriente, donde encontramos presencia desde el Preclásico Mesoamericano, pasando por la influencia Teotihuacana, Tolteca, Mexica, jugando un papel muy importante durante las guerras mexica-tarascas (1476-1478 y 1517), la conquista española y por supuesto la independencia de México.

 

No hay que perder de vista las visitas anuales que realizó los últimos veinte años de su vida Miguel Hidalgo y Costilla, como resultado de la compra de tres fincas rusticas ubicadas en la comarca de Taximaroa, hoy Ciudad hidalgo, las cuales fueron adquiridas por los hermanos Joaquín, Miguel y Manuel Hidalgo y Costilla, a través de subasta pública alrededor de 1789. Cada año hacía presencia en Taximaroa Miguel Hidalgo, para encargarse personalmente del inicio del ciclo agrícola de sus propiedades y aprovechaba para visitar y fomentar la amistad con los párrocos, los funcionarios coloniales, los vecinos y campesinos de las zonas.

 

Su carácter alegre y espíritu liberal también se manifestó en estas visitas, normalmente duraban unos tres meses, pero hay el registro de una en la que permaneció seis meses. En la Semana Santa del año 1800 llegaron a Taximaroa dos frailes mercedarios y en julio de ese año, uno de ellos lo denuncio ante el Tribunal de la Santa Inquisición en Valladolid por irreverente y no apegarse a los ritos católicos que obliga la Iglesia, denuncia que no prospero, ya que Miguel Hidalgo tenía muy buenos amigos en el alto clero y sabían de su comportamiento.

 

Esta denuncia se va a retomar en 1810 cuando Hidalgo inicia el movimiento de independencia y le empiezan acumular delitos y más delitos que lo sentencias a ser aprehendido y fusilado, como finalmente ocurrió.

 

La lucha parecía haber llegado a un fin prematuro con la muerte de los cabecillas Hidalgo, Allende y Jiménez, pero un personaje oriundo de Tlalpujahua, a quien Hidalgo nombró su Secretario de Estado, porque ya lo conocía y se habían reunido en varias ocasiones en la región  Oriente y sin lugar a dudas habían hablado de las injusticias sociales y políticas que lastimaban a la sociedad novohispana, así como de las revoluciones que se habían generado en Francia y las Trece Colonias Inglesas y era una inspiración y aspiración de llegar a ese estatuto socioeconómico y político de la entonces Nueva España.

 

Este abogado inquieto llamado Ignacio López Rayón quedo como Jefe de la Insurgencia a la muerte de Hidalgo y convocó a una asamblea donde estuvieran los principales jefes insurgente, la cual se reunió el 19 de agosto de 1811 en la villa de Zitácuaro. Su intención fue remediar la confusión y desorganización que reinaba en el movimiento insurgente conducido por caudillos locales que estaban desvinculados.

Es así como surgió la Junta Suprema Nacional Americana, mejor conocida como la Junta de Zitácuaro, la cual funcionó como el primer órgano de gobierno que busco impulsar la organización del país durante la guerra de independencia. La familia López Rayón tiene un reconocimiento muy especial en la participación de la guerra de independencia, porque todos sus miembros incluyendo a su progenitora fuero miembros activos a favor de la insurgencia y su principal actividad militar la realizaron en la región Oriente del estado.

 

Muestra de ello fue El fuerte de Cóporo en Jungapeo que se construyó como refugio de la insurgencia para seguir dando batalla a los realistas. Inició su construcción Ramón López Rayón el 29 de junio de 1814, contó con todo lo necesario para sobrevivir en ese lugar y así lo hicieron hasta 1817.

 

El gobierno colonial mostró interés en Cóporo cuando se dio cuenta que los insurgentes continuaban luchando con la táctica de guerra de guerrillas y se desplazaban por toda la región. La comarca de Taximaroa tuvo especial relevancia para ambos bandos, por encontrarse en su demarcación lo yacimientos de azufre tan necesarios para la fabricación de la pólvora, por lo que de manera constante maniobraban para asumir el control de los mismos, por parte de los insurgentes Rafael López Rayón fue el encargado oficial de proveer dicho elemento químico.

 

Los últimos trabajos de investigación académica sobre el tema de la independencia en la región Oriente del estado, que abarca de agosto de 1811 a finales de 1817, han puesto al descubierto un grupo de insurgentes que fueron muy valiosos por sus aportes en el campo militar contra los realistas, antes y después de la muerte de José María Morelos, quedando el Oriente como uno del punto de rebelión más significativos de la lucha armada.

 

El 2 de enero de 1812 el mismo Calleja atacó Zitácuaro expulsando a los insurgentes de la localidad y después de la victoria obtenida, ordeno incendiar la población, como castigo por andar de revoltosos, fue implacable y cruel con los defensores de la Junta de Zitácuaro, pensando que con esa forma de actuar arrancaría de raíz ese movimiento ilegitimo que recién iniciaba en su segunda etapa.

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