José Juan Marín González
A propósito, ayer celebró su Independencia los Estados Unidos, y citando al clásico, queda como anillo al dedo los siguientes comentarios, el expresidente de los Estados Unidos, el señor Donald J. Trump, se encuentra a punto de que la justicia estadounidense le caiga encima.
Y no podía ser para menos, pues en las democracias -y con más razón en la democracia más sólida del mundo- la ley es la ley y está por encima de los bravucones y fanfarrones que intentan violentarla y querer pasar sobre ella.
Aparte del delito de evasión y defraudación fiscal que cometió antes y durante su mandato, al declarar falsos ingresos en sus empresas o situaciones de “quiebra” inexistentes, para evitar el pago de impuestos, Donald Trump cometió delitos electorales en la contienda electoral en que ganó Biden, y es por ello, por lo que la justicia norteamericana lo tiene en la mira.
Las audiencias en el Congreso, a las que se convocó por citatorio a exfuncionarios de Trump, a líderes de su propio partido (el Republicano) y a funcionarios de justicia, incluidos testimonios de republicanos de Pensilvania, de Arizona y Georgia, arrojaron tal cúmulo de evidencias sobre la conducta delictiva de Donald Trump, que por ello es imposible que el Procurador General de Estados Unidos no vaya tras él.
Los acusadores de Trump son los propios republicanos: son ellos los que fueron sometidos a presión y chantajeados por el expresidente, para que a toda costa impidieran el triunfo y la toma de posesión de Joe Biden.
Nada más tomemos nota del peso y el perfil de los acusadores: está Jeffrey Rosen, procurador en funciones en la recta final del gobierno trumpista, quien se negó a declarar que las elecciones habían sido “ilegales o corruptas”, como le pedía Trump.
Luego, Trump le pidió lo mismo al subprocurador Jeffrey Clark, que mintiera para manchar el proceso electoral, lo que finalmente no se concretó.
La otra acusadora de Trump, quien afirmó que el expresidente le pidió que reuniera electores falsos para presionar al Colegio Electoral, es la presidenta del Partido Republicano, Ronna McDaniel, quien se negó a jugar sucio y a seguirle el juego a Donald Trump.
Hay otros muchos que han declarado la forma en que Trump los chantajeó y presionó, no sólo para evitar su derrota en las urnas, sino para instigar a la masa a la toma del Capitolio, con el fin de impedir su derrota y evitar la toma de posesión del candidato victorioso, Joe Biden.
Todo esto le pega directo a la marca ´Trump´, quien hasta ahora ha sorteado y ha salido ileso de las principales acusaciones.
Sin embargo, es posible que en los próximos días circule la judicialización de la carpeta contra Trump, como delincuente fiscal y electoral que puso en peligro a la democracia estadounidense.
Por lo pronto, hay que tomar nota de esto: el porcentaje de votantes que apoya la presentación de cargos criminales contra Trump, aumentó de 52 a 58 por ciento entre abril y junio. Esto, seguramente conducirá a uno de los mayores juicios contra un expresidente en Estados Unidos