Parte III

Leandro Espino Córdova, Cronista de Araro


La archivística moderna considera a los Archivos como los entes que comparten las categorías de “casa de la memoria y centro de información”. Todos tenemos derecho a la información y ésta es el acto de describir, de conocer, y a la documentación, como el medio por el que se logra alcanzar dicho conocimiento.

Una accesibilidad a la información sin sustento documental es inviable y la documentación sin un sistema archivístico no garantiza su organización, su conservación y su consultabilidad.

Hoy en día ya no se puede aceptar la vieja visión de que los archivos son los lugares donde se depositan y acumulan papeles que esperan el paso del tiempo para ver si aparece una mano amiga que pueda rescatarlos o por el contrario para constatar su pérdida debido a la negligencia humana.

Los archivos ya no se conciben como los responsables solamente de conservar los documentos, sino que son algo más: son impulsores y dinamizadores del acceso a la información, de la transparencia y rendición de cuentas.

Estamos en pañales en la cuestión archivística. No hay un lugar adecuado para guardar la “memoria del pueblo» y no hay personas capacitadas para organizar y conservar los documentos.

Esta serie de tomos van en ese sentido: guardar la “memoria” del pueblo y rescatar, conservar de otro modo esa memoria y facilitar la accesibilidad para todo el que se interese en el pasado del mismo

La pretensión es mostrar una visión integradora de la historia del pueblo a partir de sus documentos, los que existen, de este siglo XIX.

Cuando entré en contacto con todos esos papeles, me llevaron a palpar un pueblo lleno de vitalidad que vivió con su carga de sufrimiento y alegría en un mundo de ignorancia, pobreza, explotación y religiosidad. Esta última de manera más significativa por la presencia del Cristo, cuya devoción fue creciendo cuantitativamente cada día, desde el lejano siglo XVI, hasta conocerse de manera definitiva como el Señor de Araro.

Son papeles que sin decirlo expresamente te adentran en el ser de un Araro lleno de contradicciones y de amalgamas. Un pueblo que es producto de inmigrantes, de aventureros, de gente valiente que llegó a este lugar con la esperanza de mejorar sus condiciones de vida.

Eso hizo de Araro un pueblo, una Tenencia con presencia única en el Distrito de Zinapécuaro, que por momentos quiso recuperar su grandeza pasada en lo político, en lo militar y religioso.

El Archivo Histórico de Araro en el siglo XIX, es una fuente incomparable que nos adentra aún más en el ser de Araro. Aquí encontramos documentos llenos de datos históricos, personajes, anécdotas, hechos curiosos que retratan de modo fidedigno el palpitar casi diario, de un pueblo que estuvo a punto de desaparecer, pero que, gracias a la tenacidad de nuestros ancestros, logró sobrevivir a través del tiempo y trascenderse a sí mismo.

El Archivo multicitado nos ayuda a esclarecer el pasado y dar sentido al futuro de un pueblo que, no obstante, los infortunios, la marginación, sabe emerger y hasta destacar merced al talento y fidelidad amorosa de sus habitantes.

Frente a un mundo moderno pragmático, utilitarista y mercantilista, Araro opone su bagaje de venerables tradiciones y valores espirituales heredados de sus dignos ancestros.

El trabajo de archivo es una herramienta que nos invita a recuperar el conocimiento del pasado y a consignar el día a día del presente para que las siguientes generaciones tengan muy claro lo referente a errores y aciertos en el rumbo a una sociedad mejor, con metas y objetivos derivados de la sabiduría. Porque la sabiduría es el aprovechamiento y utilización racional de la experiencia consciente.

Cuántas lagunas existen sobre el conocimiento del devenir histórico de nuestras sociedades, cuantos vacíos tornan casi ininteligibles a los seres y fenómenos del presente; de una a otra generación se pierden antecedentes que indican de dónde se viene y a dónde se va.   

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