Tranquilino González Gómez

Paz a los hombres de buena voluntad, reza el saludo que se le atribuía al Cristo en su tiempo. La buena voluntad y la paz nos muestran una íntima relación. La paz es una necesidad ineludible para el futuro de la humanidad, en tanto el principio de la buena voluntad requiere de su conocimiento y aplicación para las rectas relaciones humanas.

Hoy quienes trabajan en impulsar el despertar de la conciencia del ser humano para que se asuman las responsabilidades de la gran fraternidad universal, y retomaron esta misma palabra “Pax”, dándole la resonancia vibratoria para recuperar el valor del logos creador, tan caro a los griegos, maestros de las civilizaciones de occidente.

La firmeza de la voluntad para crearnos una autodisciplina consciente y libremente aceptada, es una gran oportunidad para mejorar nuestras vidas. La voluntad es el atributo del uso de nuestro libre albedrio, sin embargo, la magia se cumple mejor bajo aquel bellísimo mandato: señor que se cumpla tu voluntad y no la mía, que hoy se cristaliza en la expresión: Que sea tu voluntad en la mía.

La voluntad o poder es esa energía que al canalizarla nos impulsa para realizar las acciones que nos permitirán el logro de nuestros propósitos. La voluntad en una persona de fuerte carácter, en un hombre muy evolucionado, crea un líder, estadista, un dirigente mundial.

Sin embargo, la buena voluntad es fruto de la reflexión, de la sabiduría, de la voluntad al bien común, tan necesaria en situaciones complejas que demandan un aporte especial de las partes, para resolver problemas en que el egoísmo y los intereses personales se anteponen al imponer voluntades. La buena voluntad permite un buen acercamiento entre los seres humanos tan diferentes en lo cultural y sus intereses.

En esta época de la historia de la humanidad, para las generaciones que nos ha tocado ser testigos, de grandes cambios y transformaciones, desde una incipiente aplicación de nuevas tecnologías con el uso de la regla de cálculo, hasta el nacimiento y desarrollo de las computadoras, las ventajas de las comunicaciones por teléfonos celulares, con interacción en las redes, ponen bibliotecas vivientes en nuestras manos, el conocimiento ya no es un problema si se quiere aprender. Estamos en la era del conocimiento.

Los avances en el mundo de la ciencia y la tecnología abren posibilidades inauditas para comprender el espacio sideral que nos rodea. La física, la química, la matemática, ciencias centrales del positivismo lógico, al interactuar con la cibernética, han abierto las puertas de la percepción a nuevas realidades, hasta comprender el sentido de la realidad virtual que se crea y recrea en lo cotidiano.

Hoy se trata de buscar la explicación del universo que vive en nuestro cerebro y sus funciones mentales. La psicología es la ciencia actual que más nos ocupa para comprender nuestra naturaleza humana.

El ser humano ahora necesita viajar hacia su interior para conocer el espacio también infinito donde se encuentra la espiral que le conducirá a través del dominio del silencio, a encontrar la comunión con su ser y sus orígenes.

La espiritualidad es el camino para comprender la común unión, es decir el valor de la colectividad que se identifica en comunes intereses.  La palabra que define este proceso se llama Unanimidad.

La espiritualidad no son las religiones y muchos menos las diferentes estructuras clericales del poder religioso. Hay que comprender esas grandes diferencias.

El problema ahora ya no es el acceso al conocimiento, el problema ahora es expresar la naturaleza de nuestro ser. Agradecer la oportunidad de vivir y poder contemplar cómo sale el sol al amanecer en el horizonte. La alegría diaria de las experiencias que se nos ofrecen, buenas o malas, pero que enriquecen nuestras vidas, más allá de la queja o el lamento por lo que nos ha tocado vivir. 

 

El tener una familia, razones para vivir, disfrutar del amor, de la amistad, de trabajar para alcanzar nuestros objetivos en esta vida. Aprender a vivir es una sabia manera de darle tributo a esta era del saber. El respeto a la manera de pensar y actuar de los demás es el principio para el ejercicio de la buena voluntad.

La buena voluntad que mostremos al construir nuestras relaciones humanas, nos permitirán mejorar la tranquilidad en nuestro ambiente social para construir un mundo mejor en esta nueva era de acuario, era de conocimiento y de gran espiritualidad.

 

 

 

  

 

 

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