José Juan Marín

En este mundo matraca, nadie de morir se escapa… La muerte está tan segura de alcanzarnos, que nos da toda una vida de ventaja … Como te ves me vi, como me ves te verás… Al vivo todo le falta y al muerto todo le sobra…

Los dichos sobre la muerte son muchos en México, también lo son los poemas, desde Nezahualcóyotl hasta Jaime Sabines.

» La convivencia con la muerte es parte del imaginario colectivo mexicano. La celebración del Día de los Muertos es una tradición indígena muy arraigada en el país «, así lo apunta Carla García, en una investigación de cultura y educación que efectuó la ONU.

En México, el 1 y 2 de noviembre, los muertos vuelven a visitar a sus familias y amigos y conviven para ser agasajados en un ágape que incluye sus comidas y bebidas favoritas, además hay tabaco para los fumadores, afirma Carla García.

En algunas comunidades indígenas y sobre todo en Michoacán, la celebración transcurre en los cementerios, se adornan o redecoran las tumbas, se hacen altares y ofrendas sobre las lápidas.

El 1 de noviembre, jornada para recordar a los muertos chiquitos, los juguetes son comunes en los altares.

Actualmente, las ofrendas son tan variadas como la imaginación, combinan tradición, arte y creatividad, pero en ninguna de ellas puede faltar el cempasúchil, la flor de los muertos.

Las festividades del 1 y 2 de noviembre han ganado fama internacional y parecerían ser cada día más grandes y coloridas.

Tal es la riqueza de esta manifestación de la cultura mexicana, que la UNESCO la inscribió en su Lista del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad en 2008, definiéndola como una expresión tradicional integradora, representativa y comunitaria.

La tradición de honrar y mostrar respeto a los muertos se ha mantenido a lo largo de los siglos, pasando de generación en generación en las comunidades indígenas. Se trata, no obstante, de una celebración religiosa que llegó con la Colonia y se fue sincretizando con la cultura de los pueblos originarios.

La doctora en Estudios Mesoamericanos, historiadora y profesora del Colegio de Historia de la Universidad Nacional Autónoma de México, Noemí Cruz Cortés, explica que es una fiesta eminentemente mestiza.

Según la especialista, tal como se celebra en la actualidad, el Día de Muertos es una construcción histórica que fue ocurriendo con el paso del tiempo y que hoy por hoy tiene una reinterpretación moderna.

“Partimos de la idea de que el mexicano celebra la muerte o se ríe de ella, pero en realidad esa es una interpretación que surgió recientemente. En el México prehispánico, la muerte no se celebraba. En la cosmovisión prehispánica mesoamericana, el universo se divide en tres niveles: el celeste, el terrestre y el inframundo. El hombre vivo sólo vive en el espacio terrestre.”

La historiadora señala que la tradición del Día de Muertos llega a México en el siglo XVI, con los conquistadores españoles, quienes practicaban un ritual de la Europa cristiana medieval que consistía en poner una mesa con flores y comida para alimentar a los que ya se habían ido.

Cuando llegaron los españoles, en la región central de México, los pueblos nahuas, entre los que se contaban los aztecas o mexicas, celebraban las festividades y rituales de las cosechas de finales de octubre a mediados de noviembre, fechas que coincidían con el Día de Muertos católico.

Así, poco a poco, los españoles fueron introduciendo el altar que ellos ponían a sus difuntos para sustituir las fiestas de las cosechas.

Lo que conocemos actualmente como un altar de muertos tiene mucho que ver con todas las transformaciones del siglo XIX.

No obstante, esta libertad, tomó un siglo más que la celebración se tornara fiesta popular. Eso fue hasta después de la Revolución Mexicana de 1910, cuando surgió un nacionalismo muy claro.

Hoy, por ejemplo, se ven ofrendas en lugares de Estados Unidos como Nueva York.

Y dentro de México se despliegan ofrendas en varias regiones, así como mega ofrendas en las grandes ciudades, destacando la del Centro Histórico de la Ciudad de México, urbe que también realiza un vistoso desfile desde hace varios años.

La secular historia del Día de Muertos se reinterpreta constantemente. Al igual que las lenguas, creencias y tradiciones, la celebración del Día de Muertos cambia infatigablemente. Es una tradición viva.

Desde esta modesta esquina de opinión, sirva para Felicitar al  arqueólogo mexicano Eduardo Matos Moctezuma, quien recibió el premio Princesa de Asturias de Ciencias Sociales 2022, en España, por su contribución al conocimiento de las sociedades y culturas prehispánicas.

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