LA FOTOGRAFIA DE  ARARO, COMO FUENTE DE HISTORIA

Leandro Espino Córdova

Cronista de Araro

LA ENTRADA DEL CRISTO AL PUEBLO DE ARARO

La foto está en la Casa Parroquial. Está colocada en un lugar adecuado para que el sol no haga estragos en ella, su color es sepia, con un marco sencillo, sobrio, con vidrio al frente.

Una vez que el Párroco actual me invitó a conocer la Casa Cural, vi la foto colgada y me impresionó todo de ella. No pude resistirme y le pedí permiso de tomarle una foto. Entonces es una foto de una foto. Ahora está aquí con nosotros, espero que les impresione igual que a mí.

Su antigúedad es innegable. Precisar fecha es imposible, lo mismo que su autor. El Párroco mismo ignoraba estos datos. Cuando yo llegué ya estaba ahí, dijo.

La foto fue tomada cuando el Cristo es traído de Zinapécuaro a Araro. Casi podría apostar que el lugar captado es «El Reventón», un lugar muy familiar para nosotros, que es precisamente donde en la actualidad se le hace el gran recibimiento. Este lugar está al sur del pueblo, donde inicia la carretera que conecta a Araro-Simirao-La Peaña-Zinapécuaro. El Cristo viene precisamente de estos lugares, viene de pernoctar en Simirao y en la tarde del otro día hacer su entrad triunfal al pueblo.

La resolución de la foto no es muy buena. Aún asi, podemos señalar algunos puntos que son dignos de destacar:

La Urna donde es tranportado el Cristo es muy elemental. Me imagino un cajón en forma de cruz, de madera burda, pesada, quizás bien reforzada, previendo cualquier accidente que pudiera dañar a la imagen.

Pocos acompañantes, peregrinos, devotos y de éstos, la mayoría son varones. En el enfoque de la foto sólo dos  mujeres se ven. Aunque se deja entrever que atrás vienen más devotos.

Buena cantidad de «Faroleros», «Esclavos del Señor de Araro» y actualmente «Guardianes». Al parecer esta tradición es muy antigua. Los acompañantes con un farol de fierro y vidrio y en medio una vela encendida, al menos en la noche, para alumbrar el camino del Cristo y de sus acompañantes.

Algunos niños con su vestimenta clásica de pantalón de peto y sombrero, de la mano de su papá, indicando la veneración, la fe, la devoción con que debían hacer el peregrinar con el Cristo.

El sombrero, distintivo de una época, en la mano no importando las inclemencias del tiempo. Con la cabeza descubierta en señal de reverencia y devoción.

La foto es un testimonio invaluable, que nos muestra la evolución que ha tenido esta fiesta, angular en la fe de los habitantes del pueblo de Araro, a través del tiempo. Nos sirve como punto de comparación, pues, con la festividad misma, pero ya en estos años actuales. Estamos tentados a afirmar que ya no es la misma.

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