Por Mtro. José Arturo Villaseñor Gómez. Pte. de la Asociación de Cronistas por Michoacán A. C. 


Durante el periodo que va de la segunda mitad del siglo XX, durante las dos décadas subsecuentes, los gobernantes michoacanos en términos generales fueron fieles a la política administrativa emanada del centro del país, es decir, desde la presidencia de la República Mexicana.

 

El discurso ideológico desde el poder hablaba de un México progresista, con sus entidades y municipios en crecimiento, con un desarrollo producto de la modernidad, dirigido por los «herederos de los principios de la Revolución Mexicana».

 

El corporativismo mediante un partido político hegemónico, casi sin oposición dictaminó las políticas públicas en sus distintos rubros: en relaciones internacionales, integración de los grupos en las clases Obrera, la Campesina y el sector Popular.

 

De esta manera un partido político se enseñoreo desde el poder. La gente común buscando subsistir, trabajaba ahora ya no solamente en el campo; las ciudades comenzaron a absorber grandes migraciones de gente del medio rural y de poblados pequeños que buscaban mejores formas de vida.

 

Nuevas diversiones, como la Televisión llegaron a muchos hogares, ese fue un medio de información y manipulación de un Estado-gobierno que de pronto se fracturó con Gustavo Díaz Ordaz en la presidencia del país durante el movimiento estudiantil de 1968 y la consabida masacre de estudiantes del 2 de octubre, apenas unos días previos a las olimpiadas que se realizarían en nuestro país.

 

El mundo supo que México debía replantearse una nueva visión, sin un poder hegemónico, represivo, ni que deprimiera las libertades más elementales de la sociedad. México comenzaba a aspirar hacia otros horizontes por lo que aún hoy sigue luchando, puesto que falta hoy en día aún mucho por hacer.

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