Luis Manuel Rodríguez García nos comparte

 

HUELLAS EN EL POLVO

Poeta Luis Girarte Martínez.

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Uno presiente el día, yo lo sé.

Se cuartea la piel.

Se hacen nudos los nervios.

 

Con los ojos nublados por el polvo

no pasan los paisajes del último camino.

 

En verdad que ya no pasa nada.

Y una enorme,

muy enorme tristeza,

se mete al corazón,

anuda la garganta,

aprieta como lazo,

la última palabra;

y se siente un silencio carcomiendo la voz

cercenando los huesos,

taladrando la carne,

talando, desde el piso, el tronco

que sostenía tus brazos

y un dolor que no sabe de gustos y remedios

toma los ojos, se apodera del pecho,

se sube hasta la vida y se derrama

igual que un vaso de vino

que nunca nadie volverá a beber.

 

Así son estas cosas. Yo lo sé.

Pero la muerte

te acosa, te seduce y te subyuga

codiciando el tesoro del último segundo.

 

14

No me asusta el olvido.

Me preocupa

el pan para los hijos

y un concepto de tierra

donde plantar el árbol

de la familia.

 

No quisimos la duda ni el cansancio.

Nos calcinó el amor.

Nos fustigó el trabajo.

 

Yo sólo fui un obrero de la calle,

agricultor del viento,

picapedrero de la palabra.

Tú fuiste el corazón de nuestra casa,

el calor del encuentro,

el dogma del amor,

la luna llena de las esperanzas.

 

No me asusta el olvido.

Mañana,

cuando el reloj no tenga que gastar más tiempo,

y llegues a la mesa y no me mires,

acepta que estoy lejos,

y que no he de volver a convivir contigo.

 

En otro mundo cultivaré el silencio.

 

Tú, reza siempre, tu letanía de paz

hasta que venga el alba.

 

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