Luis Manuel Rodríguez García nos ofrece

 

HUELLAS EN EL POLVO

Poeta Luis Girarte Martínez

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Para el último día,

si es que alcanzan las fuerzas,

voy a sacar al sol las cosas que más amo,

las que de nada sirven por inútiles

pero que a mí me gustan;

las que me sufren y me lloran

porque tienen mi tacto de tizne en sus orillas,

las que nadie codicia

porque no valen nada.

 

De igual manera

voy a sacar mis lentes, mis libros,

mi camisa, el cuaderno de apuntes,

el lápiz, la guitarra

y mi diploma.

Voy a sacar al sol

las cosas personales.

 

Igual,

como en la noche,

se sacan a la calle

las bolsas de basura,

que al fin de cuentas

estas son cosas

que sólo el dueño ocupa.

 

Pero voy a dejar a todos

una palabra.

 

La que nunca canté bajo el granado

en las tardes de amor y de locura;

la que no tuvo el gusto de salir a la plaza

montando el potro del viento embravecido;

la que no halló el milagro de escapar de mi boca

hiriendo el cerco duro de mis labios,

la que no fue capaz

de dibujar su cuerpo en una página,

la que no vio la luz

en ninguna de todas las formas habituales.

 

Voy a dejar a todos

esta palabra

que me sangra por dentro,

que me punza en la cara,

que me azota en el pecho,

que me hiere y me mata.

 

Vino conmigo y desde siempre habita

esta cárcel de piel, de huesos, de hambre y de lujuria;

esta celda de sueños amarrados al piso

de una tierra sin nombre que me dieron los años,

que inventa calabozos de castigo

cuando los ojos gozan

un cuerpo de mujer, el mar y la llovizna.

 

Vino conmigo y desde siempre aprieta

con sus manos de niña la garganta,

que maduró conmigo,

que envejeció conmigo,

que se enfermó conmigo,

pero que se resiste,

como mujer infiel y hechicera,

a morirse conmigo.

 

Por eso, aunque quisiera,

yo no podré llevarme esta palabra.

 

Voy a dejarla,

aunque me duela,

el irse desprendiendo de mi piel

como se arranca de la vida el alma.

 

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