Migración, la tragedia que empieza con la pobreza y la desigualdad

José Juan Marín

 

El 27 de marzo se registró un incendio en una estancia provisional del Instituto Nacional de Migración en Ciudad Juárez, Chihuahua, donde fallecieron 39 indocumentados que murieron asfixiados, calcinados, dentro de una celda, muestra que esto es uno de los múltiples rostros de la tragedia migratoria.

 

El cambio climático, la pobreza, la violencia social y las expulsiones de los territorios son causantes de la movilidad no sólo en América, sino en el mundo.

 

De acuerdo con datos de la Secretaría de Gobernación, México es el tercer país a nivel mundial con más solicitudes de refugio, donde los flujos migrantes continúan debido a la pobreza, la violencia, los fanatismos religiosos y el cambio climático. Tan sólo de enero a abril de este año, la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (Comar) recibió 40 mil 26 peticiones, mientras que en el mismo periodo de 2021 registró 31 mil 522, lo que representa un aumento del 27 por ciento.

 

Es necesario que las migraciones se miren a partir de los factores institucionales que se tienen que asumir para proteger a esas poblaciones con el respeto a sus derechos y con políticas públicas, así como trabajar para remediar las causas que provocan la movilidad.

 

«La migración no debe ser vista como crisis o problema: es un tema de los Estados para resolver situaciones de vulnerabilidad, de riesgo y de violencia, y de las mismas sociedades para volverse sociedades de paz y de acogida», Señalo Gioconda Herrera académica de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso).

 

Las personas migrantes, no son ilegales: sus cruces pueden ser clandestinos, su situación de indocumentación los vulnera y los expulsa de mercados laborales formales, pero no tienen que ser, en sí mismos, tratados como si cometieran un delito, porque cuando se habla de ilegalidad inmediatamente se está asociando esto con delitos.

 

Es importante contrarrestar ese discurso, no sólo en los Gobiernos sino también en las sociedades que cada vez son más xenófobas.

 

Los sueños de muchas familias de migrantes, muchas veces se desvanecen por culpa de la xenofobia y el racismo que aún existen en la sociedad, así como de los impedimentos burocráticos que estas personas tienen que superar. Y es que, para poder soñar, primero hay que poder dormir sin miedos y bajo un techo seguro.

 

Datos de la Segob refieren que –entre enero y abril– 96 mil 379 mexicanos fueron repatriados de Estados Unidos.

 

El desplazamiento forzado por actividades extractivistas y el cambio climático son causas cada vez más frecuentes de la migración humana.

 

El cambio climático también está siendo devastador en muchas zonas con grandes sequías. Lo vemos en el caso de Centroamérica, recién lo empezamos a vislumbrar en algunos territorios sudamericanos. Es una preocupación permanente el ligar como estas migraciones están relacionadas con el despojo territorial, ligadas a la violencia y a la lucha por la sobrevivencia. No son un factor aparte, el cambio climático no es un factor aparte, sino que está articulado a estas otras formas de migración y a estas otras causas estructurales.

 

“Las personas migrantes, refugiadas, desplazadas y las víctimas de la trata se han convertido en emblema de la exclusión porque, además de soportar dificultades por su misma condición, con frecuencia son objeto de juicios negativos, puesto que se las considera responsables de los males sociales. La actitud hacia ellas constituye una señal de alarma, que nos advierte de la decadencia moral a la que nos enfrentamos si seguimos dando espacio a la cultura del descarte”. Con estas palabras comenzó el papa Francisco su mensaje para la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado en el 2019.

 

Según ha puesto de manifiesto el papá Francisco, “la presencia de los migrantes y de los refugiados, como en general de las personas vulnerables, representa hoy en día una invitación a recuperar algunas dimensiones esenciales de nuestra humanidad, que corren el riesgo de adormecerse con un estilo de vida lleno de comodidades”. Razón por la cual, no se trata solo de migrantes’ “significa que, al mostrar interés por ellos, nos interesamos también por nosotros, por todos; que cuidando de ellos, todos crecemos; que escuchándolos, también damos voz a esa parte de nosotros que quizás mantenemos escondida porque hoy no está bien vista”.

 

 

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