José Juan Marín

En esta obra el sociólogo y filósofo polaco Zygmunt Bauman , nos presenta cinco conceptos básicos de importancia en las actuales condiciones humanas: emancipación, individualidad, tiempo/espacio, trabajo y comunidad.

El autor aborda dichos temas desde la perspectiva de la sociología e intenta dar respuestas a interrogantes como: ¿qué es una sociedad?, ¿cómo se identifica?, ¿qué la compone?, ¿qué relación hay entre los elementos que la componen, y el mundo exterior?, ¿la sociedad va hacia una modernidad, o ya está en ella?, ¿qué es modernidad?, ¿sólida?, ¿líquida? Mediante estas preguntas analiza la complejidad de las nuevas sociedades y la manera de enfrentar el fenómeno de la inmediatez.

El propósito principal de Modernidad líquida es tratar de responder a estas preguntas, una tarea nada fácil. Zygmunt Bauman realiza un valioso análisis sociológico. Uno de los puntos relevantes del texto es que nos encontramos ante la disolución del sentido de pertenencia social del ser humano para dar paso a una marcada individualidad.

Cuando el ser humano tiene posibilidades reales de ser independiente, la sociedad ya no es aquella suma de individualidades sino el conjunto de las mismas.

Para Bauman, la modernidad líquida es como si la posibilidad de una modernidad fructífera y verdadera se nos escapara de entre las manos como agua entre los dedos. Este estado físico es aplicado a esta teoría de modernidad en el sentido de que, posterior a la segunda guerra mundial, nos encontramos con por lo menos tres décadas de continuo y próspero desarrollo, en el que el ser humano encuentra tierra firme para ser y relacionarse con los demás.

Años más tarde, este mismo desarrollo, traducido en la ciencia y la tecnología, así como también en lo político, económico, intercambio cultural, apertura de mercados, globalización, ha llevado al ser humano a alejarse de aquello con lo que se mantenía unido, la sociedad. Es decir, de una sociedad sólida pasa a una sociedad líquida, maleable, escurridiza, que fluye, en un capitalismo liviano.

Bauman nos explica que ante la posibilidad de cambios reales, podemos reaccionar de una manera favorable al sentirnos cada vez más independientes y rectores de nuestro destino, pero también habrá quienes se sientan con miedo ante tales circunstancias. Ser independientes no es tan fácil, la liberación-emancipación puede traer consecuencias a las que no estamos acostumbrados. Nos consideramos modernos, pero no lo somos. Primero porque hay deficiencias que subsanar en diferentes rubros; segundo porque dentro de algunos años, esta modernidad dará paso a otra, pero necesariamente tendrá que dar paso a otra concepción.

Para Bauman, el hombre deja de lado esa sensación de satisfacción y bienestar, derivados de la industrialización posterior a la segunda guerra mundial y busca su libertad. Considera que esa libertad conseguida con su emancipación, ha hecho que el hombre se vaya guardando más para sí mismo, despreocupándose aún más de lo que sucede a su alrededor.

Señala que el hombre está inmerso en una sociedad consumista, que cada vez más busca satisfacción y más rápido, dadas las condiciones de expiración de los productos ofertados, y no necesariamente productos alimenticios. Tales son los casos de las colecciones de la moda, lo último en tecnología, que hoy lo es y mañana dejará de serlo. Considera que esa necesidad por las compras tiene como causa la búsqueda desesperada de pertenencia al grupo que guía los rumbos de la sociedad capitalista consumista.

Señala que cuando salimos de compras, exorcizamos esos espíritus que sólo nos muestran una y otra vez que, efectivamente, tenemos necesidades básicas que serán cubiertas en el mayor de los casos; pero sólo esas, no más, no tenemos oportunidades de obtener más.

Los de alto poder adquisitivo tendrán un mayor número de opciones. Los de menor poder adquisitivo sólo podrán adquirir lo que les corresponde. Conformidad: el hombre terminará seguramente por caer en las redes del consumismo, su identidad no será suficiente para salvarlo de ser parte de la sociedad sintética. Sin embargo, aún existe sutilmente una clara diferencia entre el enemigo número uno de la sociedad, el individuo.

El ser humano se siente más seguro estando solo que en sociedad, está perdiendo las habilidades de convivencia, sólo se moverá y expresará, en cierta medida, con aquellos a quienes considere de su propia clase. El no hables con extraños, como lo señala Bauman, se ha convertido de una frase de protección infantil, a una coraza de protección adulta.

Otro tema que el autor nos explica es que la sociedad liquida ha transformado la esencia del trabajo como bien común, a la esencia del trabajo individual. Por mis propios intereses. Aquí el trabajo como tal tiene dos aristas. Primero la de los capitales financieros que los producen a partir de fábricas, etcétera, el interés es sólo como capital humano. Es decir, como el medio por el cual la materia se transforma en un bien que será comprado y que rápidamente pasará a la historia por obsoleto.

Los trabajadores son el recipiente que contiene el trabajo. Por otro lado, el trabajador pasa primero de un trabajo a largo plazo -duradero y en el que se crean vínculos afectuosos con compañeros y empresa, existe una identificación y un agradecimiento-, a un trabajo inmediato -en el que la durabilidad no es importante y los vínculos personales dejan de existir y sólo la gratificación instantánea importa.

Si bien es cierto que los individuos viven en conjunto alrededor de ciudades o localidades, se encuentran inmersos en un mecanismo del cual es muy difícil salir, una individualidad colectiva.

El Estado ha dejado de ser benefactor. Actualmente ha tomado el papel de mediador entre los poderes fácticos y los individuos, ha cedido sus facultades de decisión. El Estado y la nación han tomado caminos distintos en la modernidad liquida.

Finalmente, Bauman señala que sumergidos en la sociedad liquida sólo podemos esperar un cambio, en mucho tiempo. No podemos cambiar en unos cuantos años lo que ha sucedido durante siglos. Eso sí, debemos tener esperanza. Pero vale la pena señalar que la búsqueda de identidad, para nuestro autor, es una constante lucha por detener el flujo. Percibir la identidad por fuera nos llama la atención, nos provoca atracción, queremos ir tras ella, de una manera que nos permita no ser tan dependientes de una sociedad consumista.

Sin embargo, al estar dentro de ella, al poseerla, nos parecerá algo ilusorio, volátil, por lo que preferimos siempre volver al estadio de sociedad sólida y consumista. Formar parte de un grupo.

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