Piénsalo tres veces

Temor o Pereza

Francisco Javier Rauda Larios


Con base en esta filosofía socrática, comenzaré el presente artículo planteando las siguientes preguntas:

¿Por qué la mayoría de la gente tiene miedo de ser diferente?

¿Por qué nos cuesta tanto trabajo mejorar y prosperar?

En resumidas cuantas; ¿por qué nos cuesta tanto trabajo cambiar?

Nos aferramos a lo igual, pero ¿por qué?

¿En qué momento creamos la cultura del temor?

He conocido, debo decirlo, mi apreciado lector, a lo largo de mis años como profesor, consultor, facilitador, incluso como amigo o compañero de trabajo, a personas que tienen un enorme potencial, pero lo callan por temor a que otras personas las critiquen o, peor aún, las excluyan.

También conozco muchas Empresas/Organizaciones que se aferran a su statu quo, a sabiendas de que, en el largo plazo, eso les va a traer enormes consecuencias, lamentablemente, negativas, dada la vertiginosa velocidad con la que se mueve el mundo actualmente. La tecnología nos está rebasando a pasos agigantados, los modelos económicos están cambiando de manera radical y la forma de hacer empresa, también.

Por otra parte, nos quejamos, muchos, sino es que la mayoría, de la falta de oportunidades y/o del estancamiento de la economía; pero, honestamente, hacemos muy poco, o nada, para cambiar la situación.

Y vuelvo a la pregunta clave, …

¿es por temor o por pereza?

Me he percatado, de igual manera, del hecho de que nos da miedo ser diferentes porque alguien, en algún momento dado, nos metió en la cabeza la idea de que ser diferente es malo, se ve mal, no es socialmente aceptable.

En las escuelas, por ejemplo, se margina a los alumnos más sobresalientes. Los llamados “nerds”, son, en su mayoría, victimas del, ahora tristemente célebre, “bulling”, por parte del resto de sus compañeros.

Y las personas que tienen alguna característica física sobresaliente sufren de ese tipo de marginación de igual manera.

La pregunta, insisto, es ¿por qué?

¿Qué nos hace ser temerosos al ser diferentes?

Algunas posibles respuestas, según yo, son:

El ridículo, la crítica, el rechazo, la soledad, la marginación, la exclusión.

Pero, ¿dónde nacen estos temores?

Una posible respuesta, basada en mi experiencia, mi querido lector, es la baja, o nula, autoestima; la falta de confianza en nosotros mismos.

Pero, insisto, ¿de dónde viene esto?

De nuestra educación, de nuestra historia, ¿de dónde?

Debemos hacer un análisis muy concienzudo de nosotros mismos para encontrar la respuesta.

Todo lo expuesto hasta aquí, da pie para introducir la segunda palabra del título del presente artículo, la pereza.

Nos da pereza hacer esa introspección, en la mayoría de los casos, achacando que no tenemos tiempo para eso, cuando la verdad es que quizá nos da miedo encontrar la respuesta o, como ya lo mencioné, nos gana la pereza.

Por otra parte, también nos da pereza aprender nuevos conocimientos, nuevas habilidades, hacer un esfuerzo extra.

La gran mayoría parecemos estar sumidos en una zona de confort común, ya que todo a nuestro derredor parece permanecer en su sitio y moverse con relativa calma; pero ¿será esto verdad?, o solo lo queremos ver de esa manera; para no afligirnos ni exigirnos a nosotros mismos.

La otra cara de la moneda, por así decirlo, es que la gran mayoría vivimos en una queja constante sobre todo lo que sucede o acontece a nuestro alrededor.

Pero, ahí está el pero, disculpando la redundancia mi muy estimado lector, la queja no resuelve absolutamente nada.

Lo invito, acto seguido, a cuestionarse lo siguiente:

¿Qué pasaría si en lugar de quejarnos hiciéramos lo que sea que esté en nuestras manos para lograr un cambio realmente significativo, y positivo, en nuestras vidas y, por ende, en el medio en el cual nos desenvolvemos?

Para concluir, haré énfasis en el hecho de que TODOS, sin excepción, tenemos un potencial enorme, que, si lo sacáramos a la luz, le daríamos un brillo maravilloso a nuestras vidas, a nuestras organizaciones, a nuestras comunidades y al mundo.

Finalmente, recordemos que la voluntad, la motivación, la pasión, son todas ellas fuerzas intrínsecas.

Hay que sumergirnos en la profundidad de nuestro mar interior para traerlas a la luz.

Y citaré, a manera de corolario, una célebre frase de Tzun Tzu y las elocuentes palabras de Nelson Mandela.

 

 “El guerrero más poderoso no es aquel que ha ganado mil batallas, sino el que se vence a sí mismo”.

Tzun Tzu

“Nuestro mayor temor no es que seamos inadecuados. Nuestro mayor temor es que somos poderosos más allá de toda medida. Es nuestra luz, no nuestra oscuridad, lo que más nos asusta”.

Nelson Mandela

 

 

 

 

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