Piénsalo Tres Veces

Todos los caminos conducen al hombre

Francisco Javier Rauda Larios


Antes que otra cosa he de confesar que el título del presente artículo no es mío, lo tomé prestado del excelente libro de Robert Salmon (1998).

Lo que sí, es que le voy a dar un trato un tanto diferente al desarrollo del tema.

Comenzaré diciendo que lo que me encantó de este título es la profundidad que encierra la frase “todos los caminos conducen al hombre”.

Le busquemos por donde le busquemos, al final, todos nuestros problemas y todas sus soluciones residen en todos y cada uno de nosotros. Lamentablemente no logramos resolverlos por la simple y sencilla razón de que buscamos las soluciones donde no las hay. Las buscamos, la gran mayoría de las veces, fuera de nosotros; siendo que la solución a todos nuestros problemas, del tamaño y la naturaleza que sean, al menos en su origen, están dentro de todos y cada uno de nosotros.

Permítame ponerlo en perspectiva mi apreciado lector.

Para tal efecto, usaré los siguientes ejemplos usando mi persona.

Si tengo problemas financieros porque no tengo el hábito de ahorrar o porque gasto más de lo que gano, o adquiero compromisos económicos que, a ciencia cierta, sé que no voy a poder cumplir. El problema está en mí, al igual que la solución.

Si tengo problemas de salud porque no llevo una dieta balanceada, no hago ejercicio, bebo demás o fumo en exceso, por citar algunos factores. El problema está en mí, al igual que la solución.

Si no llevo buena relación con mi pareja o con mis hijos, con los vecinos, o con el jefe o mis compañeros de trabajo, muy probablemente se debe a mi forma de ser o de comportarme con ellos. El problema está en mí, al igual que la solución.

Me voy a aventurar, mi querido lector, a creer que me hice entender con estos ejemplos y que, por tal razón, usted será capaz de sacar a colación los propios.

De igual manera le voy a dejar la tarea de reflexionar sobre la naturaleza real de dichos problemas y, espero sinceramente, coincidir con usted y confirmar las palabras de Robert Salmon: “todos los caminos conducen al hombre”.

Continuando con esta idea fundamental, le comentaré que en días pasados escuchaba a la Dra. Marian Rojas (le recomiendo escucharla, vale mucho la pena). Ella habla, entre otras cosas muy interesantes, sobre los siete pasos para ser felices.

Lo que me llama la atención es que, precisamente, el primer paso es: conócete a Ti mismo. Igual y se inspiro en la famosa frase inscrita a la entrada del templo de Delfos atribuida al famoso filósofo griego, Sócrates, pero que hay quien dice que era de un tal Chilón.

Sea como sea, el caso es que ella señala que hay tres aspectos fundamentales en cada uno de nosotros, estos son: Imagen, lo que mostramos a los demás. Auto-Concepto, lo que quiero mostrar a los demás y, la Verdad, lo que somos en realidad.

De igual manera enfatiza la necesidad y las bondades de conocernos a nosotros mismos. Dice que…

“cuando uno se conoce se comprende; cuando uno se comprende, se acepta y cuando uno se acepta, se supera”.

El meollo del asunto, desde mi particular punto de vista, es que nos cuesta mucho trabajo conocernos a nosotros mismos y más aún conocer a nuestros semejantes. Y, como ya lo mencioné, es básicamente esto lo que provoca la mayoría de, sino es que todos, nuestros problemas.

Para poner un poco de más luz sobre este asunto transcribo a continuación una historia de un autor, al menos para mí, desconocido, que ejemplifica bellamente lo, hasta aquí, expuesto.

“Cuando Dios terminó la creación, se le veía preocupado, uno de sus ángeles se aventuró a preguntarle, ¿qué te preocupa Señor? A lo que Dios respondió, no sé dónde poner la sabiduría, porque si el hombre llega a ser sabio, no sé qué será capaz de hacer. A lo que el ángel le sugirió, ponerla en la cima de la montaña más alta, no, respondió Dios, algún día el hombre conquistará la montaña y la encontrará; entonces, dijo el ángel, ponla en el fondo del mar, no, respondió Dios nuevamente, algún día el hombre bajará a las profundidades del mar y la encontrará. De pronto Dios sonrío, ya sé, dijo al fin. La pondré dentro de él mismo, ahí jamás se le ocurrirá buscar”.

La cuestión más relevante de este asunto es que, si no nos conocemos a nosotros mismos, por absurdo que esto parezca, no seremos capaces de lidiar con nosotros mismos y, por añadidura, con nuestros problemas.

Y si no sabemos lidiar con nosotros mismos muy probablemente viviremos, repetidamente, episodios de estrés. Y, dicho sea de paso, el hecho de que el estrés sea tan recurrente en nuestra vida ha dado pie a que se le considere como la enfermedad del Siglo XXI.

Como nota adicional señalaré que, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), hoy en día, la depresión a causa de los elevados niveles de estrés, es la principal causa de muerte en el mundo.

Lo anterior deja de manifiesto la gravedad del asunto y me lleva, irremediablemente, a plantear la siguiente interrogante:

¿Cómo lidiamos con dicho estrés, en la familia, en el trabajo, con el vecino, en la calle, en resumidas cuentas, en la cotidianidad de la vida misma?

Preocupado por esta situación, puedo alegar en mi defensa que, en los últimos años, he desarrollado un programa que, gracias a Dios, ha mostrado sus bondades y dejado ver resultados positivos en las Empresas y Organizaciones con las que he colaborado en ese sentido. Sin embargo, he de confesar con cierto dejo de tristeza, muchas organizaciones, así como muchas personas, no creen en la utilidad y beneficios de estos programas y he ahí el hecho de que sigan padeciendo, lamentablemente, de este terrible mal.

Organizacionalmente hablando está demostrado científicamente, según el Instituto Heart Math, que reducir el estrés en las organizaciones eleva desde un 52% hasta un 70% la productividad.

Esto confirma la frase de Víctor Pauchet:

El trabajo más productivo, sale de las manos de un hombre contento”.

Por otra parte, para consuelo de muchos de nosotros, existen afortunadamente ejercicios y técnicas de relajación y meditación como el mindfulness o la atención consciente que nos ayudan a mejorar nuestro manejo del estrés y por consiguiente a llevar una vida, tanto personal como laboral, más relajadamente sana.

Cabe señalar que es en las empresas y organizaciones donde pasamos la mayor parte de nuestras horas de vigilia, es decir, si lo ponemos en números, aproximadamente entre el 70-80% de nuestra vida la pasamos en el trabajo.

Esto se vuelve relevante si nos ponemos a pensar, en el hecho de que, si por cualquiera que sea la razón, no disfrutemos nuestro trabajo, pasaremos entre el 70 y 80 porciento de nuestra vida estresados, con sus respectivas repercusiones en nuestra salud, física, emocional y mental.

Dejaré para su análisis y reflexión, mi querido lector, las consecuencias que ello acarrea a nuestra vida tanto en lo personal como en lo organizacional.

Finalmente, además de agradecer su tiempo y atención, le invito a conocerse mejor a usted mismo y, con base en sus hallazgos, actuar de manera consiente y positiva en favor de su bienestar, personal, familiar, social y laboral.

Le dejo, a manera de corolario, la siguiente frase de Lao Tze:

«El que conoce lo exterior es erudito; el que se conoce a sí mismo es sabio; el que conquista a los demás es poderoso, el que se conquista a sí mismo es invencible«.

 


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