Biol. Adriana Hernández Castro

El sistema alimentario comprende aspectos ambientales debido a que su producción requiere el uso del 40% de la superficie terrestre, y de agua dulce, donde el 70% son aguas superficiales, las cuales se reciclan por medio de la evapotranspiración, no obstante, la producción alimentaria es contaminante.

Durante los últimos 40 años la producción de alimentos en el mundo se incrementó progresivamente por encima de la población mundial, representando un problema creciente debido a que los alimentos que se han producido no han sido aprovechados o consumidos. En México durante el año 2020 la producción alimentaria tuvo una pérdida del 34% de su producción total, equivalente a 24 millones de toneladas que causan un impacto en el ambiente debido a que genera anualmente 36 millones de toneladas bióxido de Carbono (CO2).

La agricultura actualmente se desarrolla con prácticas generalmente no sostenibles, como la quema de bosque, uso de agroquímicos que son vertidos directa o indirectamente en aguas superficiales y subterráneas, sistemas de riego poco eficientes generando un uso excesivo y con un alto desperdicio de agua, que remueven los nutrientes del suelo haciéndolo infértil, asociado a esto el cambio de uso suelo se ha intensificado en una cuarta parte del planeta, incluso en aquellos suelos que no tienen vocación agrícola, como son las áreas de pendiente pronunciada, cañadas, valles de inundación y otros.

Esto no sólo genera un fuerte impacto en el bosque, suelos y agua, sino que además causan una pérdida en la biodiversidad y en los servicios ecosistémicos como son el aire limpio, alteraciones del ciclo hidrológico, debido a que se queman y talan tanto los bosques como las selvas, ocasionando una tercera parte del total en emisión de gases de efecto invernadero, contribuyendo al proceso del cambio climático.

Un ejemplo de esta incompatibilidad productiva es la cuenca del lago de Cuitzeo, donde el actual crecimiento del sistema urbano, implica una mayor demanda de alimentos. La expansión de la agricultura ha provocado una acelerada pérdida de cobertura vegetal, que ha alterado el ciclo hidrológico, incluso con el uso de los cañones antigranizo que necesariamente modifican el patrón de lluvias, y con los eventos hidrometeorológicos extremos se incrementa el azolve hacia el lago.

Las frecuentes sequías del vaso lacustre, estimulan la invasión de zonas federales, debido a que los cultivos temporales, que los productores agrícolas anteriormente sembraban maíz, frijol, calabaza y las leguminosas, que por su capacidad natural de fijar nitrógeno al suelo, son un grupo de cultivos benéficos, han sido remplazados por cultivos de riego que cosechan verduras, incluso en suelos que no son aptos para la siembra de hortalizas como la cebolla, zanahoria y jitomate, que son altamente demandantes de agroquímicos y que en la actualidad son frecuentes en la ribera.

Para esta actividad se hace uso de aguas residuales provenientes de la ciudad de Morelia y de alrededores que se descargan en el lago, aumentando la cantidad de sustancias nocivas para los ecosistemas, provocando la erosión de suelos, el azolve y la contaminación del agua. Estos factores repercuten en la calidad de los peces que se capturan en el lago y en consecuencia en la salud de los consumidores.

Es importante entonces considerar la implementación de la rotación de cultivos, sistemas de labranza que disminuyen la pérdida de suelos, el uso de abonos orgánicos y equilibrar la máxima capacidad de carga de la región en la producción de alimentos.

Para evitar la reducción del vaso lacustre, es indispensable implementar alternativas que aseguren una mejor producción en calidad y cantidad de cultivos, implantar sistemas de riego que reduzcan la sobreexplotación del acuífero Morelia- Queréndaro, y regular con normas oficiales el proceso de producción agropecuaria.

Las condiciones ambientales limitan la producción de alimentos en cuanto a diversidad y calidad de cultivos, la presencia de bacterias es la principal fuente de contaminación en los alimentos procedentes del medio ambiente, además la contaminación atmosférica ocasiona lluvias ácidas que deterioran el suelo, reduciendo el aprovechamiento de éstos, afectan a los microorganismos fijadores de nitrógeno.

La cantidad de agua invertida por año en la agricultura, y que se pierde por desperdicio en sistemas de riego y alimentos no consumidos, se estima que equivale al suministro de agua en un 100% para la población mexicana durante 2.4 años. Por lo tanto, es de fundamental importancia aplicar políticas públicas no sólo para combatir la pobreza y garantizar la salud, sino que la agricultura se desarrolle con un manejo sustentable y racional del uso del agua para garantizar la seguridad alimentaria.

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