FENÓMENO METEREOLÓGICO

– La «Culebra».

Herencia de un pasado sin fecha. La Culebra (actualmente le llamamos tromba), son lluvias torrenciales en un determinado lugar. La intensidad es inesperada, repentina y rápida. Por lo mismo, es extremadamente peligrosa y causa severos daños a los cultivos, a los animales y a las personas.

Debido a su peligrosidad es temida y se ha buscado la manera de contrarrestar su peligrosidad, por los medios que la población del campo tiene a su alcance. Estos medios están ligados básicamente a sus creencias religiosas, que se constituyen en un escudo de defensa en determinados momentos en que su vida se ve amenazada. Es la única defensa que se tiene ante lo inexplicable.

Estos medios se convierten en una serie de sortilegios, que se ponen en práctica ante ese fenómeno destructor:

– Rezar la «Magníficat», una oración católica muy arraigada en la creencia de la gente. Se tiene la idea de que es una oración muy poderosa y se usa también para peticiones difíciles, porque fortalece el espíritu para afrontar situaciones como enfermedades, conflictos o peligros.

– Subirse a la azotea o un lugar alto, enarbolando una cruz con la cual se señala y se conjura el fenómeno amenazador.

– Lo mismo que el anterior, pero con un machete para «cortar» la amenaza creciente.

 

MEDICINA TRADICIONAL

  • a) La Telaraña. Se usa para taponar heridas y parar el sangrado.
  • b) El Zorrillo. Se come la carne para curar problemas de la piel, como granos o infecciones más graves.
  • c) La Víbora Brava. Así le llamamos a la serpiente de cascabel. Se consume para «limpiar» la sangre y para el cáncer.
  • d) Hay personas que hacen el «levantamiento de mollera».
  • e) También hay personas que «curan de espanto».
  • f) Así como personas que curan de «empacho».
  • g) Las Ventosas para «sacar el aire».
  • h) Por último, las Parteras que hasta hace algunos años practicaban su oficio. Actualmente, sus servicios no son requeridos. Las parturientas acuden a los hospitales privados o públicos.

 

GASTRONOMÍA

Es el aspecto de la vida del pueblo en donde más se nota el arraigo que tenemos de nuestra herencia p´urhépecha. Contamos con una variedad de platillos que vienen de aquel pasado y que nos identifica, a la vez que nos diferencia de otros pueblos en la manera de prepararlos y en los ingredientes usados.

Dado las características del trabajo presente, solo enumeraré los diferentes platillos. En algunos, ampliaré un poco la información, para hacer notar las características que los distinguen de otras maneras de hacer el mismo platillo.

En general, empleamos el mismo nombre, aunque la manera de prepararlos y los ingredientes no sean los mismos. Lo mismo, la motivación para prepararlos y su consumo, antiguamente estaba bien definidos. Los tamales todavía conservan ese tipo de ritual y fecha precisa de hacerlos. Lo cual no implica que en otra fecha no se preparen, pues en la actualidad como que se ha desacralizado su confección y ahora podemos encontrar tamales en venta todo el año,

– Pozole.

De ser un platillo sagrado en la época p´urhépecha, pasa a ser un platillo de esclavos al cual se adicionó carne de cerdo por ser barata, en la época colonial. El platillo tradicional y antiguo se prepara con maíz rojo, caldo con chile guajillo y carne de puerco, de preferencia la cabeza. Se sirve espolvoreándole un poco de orégano.

-Tamales.

Se hacen tres diferentes, todos envueltos en hojas secas de maíz:

ROJOS: maíz blanco, rellenos con carne de res en chile rojo.

VERDES: maíz blanco, rellenos con rajas en chile verde.

DULCES: MAÍZ NEGRO, un poco de azúcar y pasitas

– elotes.

Se consumen de cuatro formas:

COCIDOS: en olla de barro, aunque ya va ganando la vaporera o la olla de peltre.

AZADOS: en el comal, las brasas o la parrilla.

SUDADOS: le llamamos «chivada». Se hace una gran «lumbre» con bastante leña. Cuando la lumbre se «amanza» se ponen los elotes con todo y hojas para que el elote se cueza en su propio vapor.

ESQUITES: el elote cocido se rebana y se sirve en vaso con chile verde, cebolla picada y queso.

– atoles.

Los atoles tradicionales del pueblo son cuatro y por supuesto teniendo como base el maíz.

BLANCO O DE PUTZCUA: masa de maíz diluida en agua y cocida, sin azúcar ni sabores. Antiguamente, cuando el azúcar se vendía en «terrón», se servía el atole en olla y se daba un pequeño terrón para morderlo previo al trago de atole. Actualmente poco se consume, pues está perdiendo la batalla con las maizenas de sabores.

NEGRO O DE CÁSCARA: la base de este atole es el blanco al cual se le añade cáscara de cacao tostada, que le da el color negro, y azúcar. Es de los atoles preferidos en el pueblo. Constancia de la conjunción de dos productos prehispánicos: el maíz y el cacao.

«CHAMPURRAO»: como base, atole blanco disolviéndole tablillas de chocolate. También muy apreciado en la tradición atolera del pueblo.

TEMBLOROSO: atole blanco espeso, que al enfriarse se solidifica. En la cocción se le añade canela, hojas de naranjo y azúcar. Se envuelve en hojas secas de maíz.

 

– uchepos.

Se rebana el elote en crudo, se muele para formar la masa. Se mezcla con canela, azúcar, un poco de carbonato y una pizca de royal. Se envuelve en hoja de maíz fresca o verde para formar el tamal. Se ponen a cocer y se comen solos o con leche. Ya fríos, también se comen asados en el comal, lo cual les da un sabor muy especial.

– corundas o tamales de ceniza:

La corunda tiene como base el maíz blanco nixtamalizado; pero con la característica fundamental de que el nixtamal se cuece con ceniza del fogón. Así adquieren ese sabor tan particular las corundas del pueblo. Las tradicionales no llevan otro ingrediente y se les llama «corrientes». Poco a poco están entrando en el gusto de la gente, las llamadas de manteca porque a la masa se le mezcla este producto. Últimamente también están entrando en la competencia las rellenas.

Insisto solamente en este trabajo en las «corrientes» que son las tradicionales.

Dos son las formas de presentación:

TRIÁNGULOS: es la forma que se le da a la masa envuelta en la hoja.

HUARACHE: es una forma rectangular como de 10 cms. de largo, se empalman tres separándolos la hoja.

Dos son los ingredientes que las caracterizan: la ceniza y la hoja de carrizo con que son envueltas.

Se sirven con chile rojo y carne de puerco, solamente.

– cocido o caldo blanco y mole de olla (cuando lleva chile guajillo).

Es el platillo que a mi juicio cambió de nombre. No es más que el churipo en la tradición p´urhépecha. Aquí tiene la otra modalidad de hacerse sin chile llamándole caldo blanco.

– pescado y ranas.

El gusto por el pescado en todas sus variedades (charal, mojarra, carpa, chegua) persiste en la gente del pueblo. Se prepara en caldo, cebiche, dorado, al mojo de ajo, empapelado.

Las ranas, constituyen otro manjar difícil de igualar, aunque son caras. Aún así el consumo de las ranas en caldo, al mojo de ajo… persiste.

– dulces, pinole y ponteduro.

La tradición de los dulces está muy arraigada en el pueblo. Me refiero a ciertos productos que son parte de los cultivos que se realizan: calabaza, chilacayote, camote y guayaba. A la calabaza y al chilacayote se les rebana y en poca agua, casi al vapor, se le agrega piloncillo al gusto, se cuecen y el resultado es un sabroso dulce. El camote entero o en trozos, ya sea horneado o cocido con piloncillo, queda un dulce muy rico. Todos se comen solos como antojo o con leche en manácata.

La guayaba, es la base para preparar el «guayabate», dulce casero y artesanal.

El pinole, se hace con maíz de color, tostado y  molido con un poco de azúcar.

El ponteduro, maíz de color, tostado y bañado en piloncillo. En tiempos idos se daba como aguinaldo en las posadas. Ya casi no se hace.

 

CONCLUSIÓN

No cabe duda de que parece que estamos en cualquier pueblo con más arraigo de pueblo originario. Así lo veo. Con algunas diferencias, claro. Ahora, habrá que probar todo esto de la gastronomía que, aunque tiene su modo particular de cocinarse, no deja de tener la misma raíz. Sin saber cómo ni cuándo pero el pueblo conserva mucho de su pasado p´urhépecha. Sin pretenderlo, porque no es consciente de su herencia, vive a ésta, como si lo supiera. Es la riqueza y la gran esperanza en un futuro en el que se pueda hermanar con los pueblos originarios p´urhépecha.

 

DATOS.

Leandro Espino Córdova

Michoacán

Araro, Mpio de Zinapécuaro

 

 

 

 

 

 

 

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