Dr. Julián Rodríguez Sesmas

Los logros que los sectores populares habían obtenido en el sexenio cardenista fueron mermados en la medida que el gobierno de Ávila Camacho y las clases hegemónicas se hicieron más dependientes de los intereses extranjeros y de los suyos propios.

El Presidente consideró asumir una actitud conciliatoria con los grupos dominantes, principalmente por los sucesos bélicos que en ese instante presenciaba el mundo, y porque su predecesor había adoptado actitudes de franco apoyo a la educación popular, apoyándose en la reforma del artículo 3º y la educación socialista, dando énfasis en la educación técnica con la cumbre del Instituto Politécnico Nacional, asimismo impulsando la educación rural.

Todas estas medidas fueron atacadas por la clase económicamente fuerte, por lo anterior, el objetivo principal de su política fue el de apaciguar discrepancias e inconformidades y como consecuencia de esta nueva táctica México experimentó grandes cambios en el ámbito económico y social. Por este último, el sector educativo dio un viraje casi total, por considerarse que la situación de efervescencia social estaba muy agudizada, y era necesario conciliar lo más posible, los intereses de los sectores que hubieran resultado afectados con las medidas puestas en práctica en el sexenio anterior.

Por esta razón solo algunos de los frutos de la política educativa del Presidente Cárdenas perduran por el bien de México. El nuevo gobierno dio otra orientación a la política educativa. La justificación para esta nueva actitud se encuentra plasmada en sus principales declaraciones que llevaban implícitos, el interés por redefinir las relaciones de los sectores hegemónicos del país, de allí que la nueva orientación tenía como fin:

“Robustecer la unidad nacional y preparar moralmente a la niñez y a la juventud en el cultivo de nuestras tradiciones y de los valores esenciales mexicanos, para cuya eficacia es indispensable la colaboración de la iniciativa privada y de la profusión de sus valiosas aportaciones morales y materiales”.

Para la consecución de estos fines se expidió la Ley Orgánica de la Educación Pública, el 6 de enero de 1942, inspirado en el criterio presidencial anteriormente citado. Este fue el primer paso para la posterior reforma al artículo 3º constituciona,l la cual era considerada de gran prioridad para el presidente Ávila Camacho, sin embargo, por sugerencia del secretario del ramo, se pospuso hasta casi finales del sexenio; de este modo dicha reforma se efectuó en 1945, cuando las autoridades respectivas aprobaron el nuevo artículo 3º del cual en esencia modificó la tendencia que era de tipo socialista, por una que tendiera a desarrollar ciertas características, como se puede ver en los párrafos siguientes que fueron en esencia los que experimentaron los mayores cambios.

Artículo 3º. I. La educación que imparta el Estado Federación, Estados y Municipios tenderá a desarrollar armónicamente todas las facultades del ser humano, y fomentará en él, a la vez, el amor a la patria y a la conciencia de la solidaridad internacional en la independencia y en la justicia.

II, Garantizado por el artículo 24 de la libertad de creencias, el criterio que orientará a dicha educación se mantendrá por completo ajeno a cualquier doctrina religiosa y, basados en los resultados del progreso científico, luchará contra la ignorancia y sus efectos las servidumbres, los fanatismos y los prejuicios; además:

  1. a) Será democrática considerando a la democracia no solamente como una estructura jurídica y un régimen político, sino como un sistema de vida fundado en el constante mejoramiento económico, social y cultural del pueblo.
  2. b) será nacional, en cuanto – sin hostilidades ni exclusivismos atenderá a la comprensión de nuestros problemas, al aprovechamiento de nuestros recursos, a la defensa de nuestra independencia política, al aseguramiento de nuestra independencia económica y la continuidad y acrecentamiento de nuestra cultura y
  3. c) contribuirá a la mejor conveniencia humana tanto por los elementos que aporta a fin de robustecer en el educando, junto con el aprecio para la dignidad de la persona y la integridad de la familia, la convicción del interés general de la sociedad, cuanto por el cuidado que ponga en sustentar los ideales de fraternidad e igualdad de derechos de todos los hombres, evitando os privilegios de razas, de sectas, de grupos, de sexo o de individuos”.

Lo anterior demuestra que a pesar de la situación educativa que se cernía sobre la mayoría de la población, una de las principales tareas que inicio el gobierno de esta etapa, fue la de reorientar el equilibrio político, y uno de los escenarios para llevar a cabo esto, fue encarando los aspectos reglamentarios de la educación.

Así a fines de 1943 Jaime Torres Bodet, Secretario de Educación Pública, realizó avances dentro del sistema educativo; su principal aportación para mejorar desde la base el sistema educativo, residió en instalar diversas comisiones para el estudio de nuevos y mejores planes educativos y para el reconocimiento más concreto de las deficiencias materiales y humanas de la educación.

De este modo en febrero de 1944 se instaló la Comisión Revisora y Coordinadora de Planes Educativos, Programas de Estudio y Textos Escolares, cuya función era estudiar y establecer los nuevos planes en las escuelas primarias y secundarias. Asimismo, se consideraba primordial que la educación primaria buscara continuamente una mayor homogeneidad. Por tanto, se señaló que la educación debería:

  1. Impartirse preferentemente por medio de actividades que correspondieran a los intereses y necesidades de los alumnos.
  2. Desenvolver el sentido nacional y social para influir en la educación del carácter; es decir, considerar a la historia de nuestro pueblo, como un aspecto de la lucha del hombre contra la miseria y explotación, la ignorancia y los prejuicios, la injusticia y la tiranía.
  3. Influir respecto a la persona procurando velar por la autonomía moral de cada individuo.

Ahora bien, no obstante, las urgentes necesidades que experimentaba la educación, los primeros tres años del sexenio se dedicaron a resolver problemas administrativos y de personal, a fin de menguar las tendencias izquierdizantes que se habían instalado en el anterior régimen, y aumentar e instalar colaboradores que representaran de manera eficaz la ideología oficial.

El equilibrio se consiguió hasta fines de 1943 en que se logró la unificación de los maestros lo que permitió fortalecer el crecimiento del Sistema Educativo.

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