Gente camina por una calle comercial del centro histórico capitalino mientras autoridades de Ciudad de México y el vecino Estado de México decidieron suspender actividades no esenciales debido a un aumento de las infecciones y muertes por coronavirus, que está saturando rápidamente los hospitales. Ciudad de México, México 18 de diciembre , 2020. REUTERS / Gustavo Graf

LA NUEVA MANO INVISIBLE

Por: Francisco Javier Rauda Larios


Cómo pasamos de una sociedad basada en la riqueza a una riqueza basada en la sociedad: la nueva mano invisible.

 “El hombre es un animal social”  Platón

Con esta idea en mente podemos deducir que es difícil, aunque más de alguno lo ha intentado, prescindir del contacto con nuestros semejantes. Nuestra sobrevivencia depende de ello.

Esto me lleva a una reflexión:

¿Cómo es posible que, si nuestra propia existencia depende de la convivencia con los demás, no seamos capaces de mantener relaciones armoniosas con nuestros congéneres (padres, hijos, hermanos, vecinos, colaboradores, jefes, etc.)?

 

Ahora que vemos que, a pesar de los avances científicos y tecnológicos, seguimos, como humanidad, y ya lo mencioné en un artículo anterior, “El amor a la calidad”, padeciendo la mayoría de los males de todos los tiempos.

 

Sería conveniente reflexionar, con estricto apego a la honestidad, sobre lo que estamos haciendo, o dejando de hacer, como humanidad, precisamente.

 

Para amenizar el presente, hagámonos la siguiente pregunta:

 

¿Qué pasaría si dejamos de poner nuestros ojos en la riqueza material y  ponemos nuestro ser (cuerpo y alma) en la riqueza social?

 

Una riqueza humana que nos permita alcanzar el bienestar de todos y cuantos habitamos este, todavía, hermoso y habitable planeta.

 

¿Por que digo que dejemos de pensar solo en el aspecto “material” de la riqueza?

 

“Para muestra basta un botón”, justo en estos momentos estamos padeciendo “penas ajenas” por el conflicto entre Rusia y Ucrania.

 

¿cuál es el motivo de todo esto?

 

Que le parecen las respuestas: Poder económico, Control energético, Supremacía mundial.

 

Acaso, se preocupan por el resto de los países y las devastadoras consecuencias que una “nueva” guerra pueda acarrearle al planeta y a nosotros sus habitantes por añadidura.

 

Está, también, el asunto de la famosa clonación humana, que ha traído consigo infinidad de cuestiones por demás polémicas. Incluso, ahora, los científicos ya están pensando y trabajando en la inmortalidad del ser humano, a través de la trans humanización con base en la muy avanzada Inteligencia Artificial.

 

Y ni que decir de cambio climático, nos estamos acabando el planeta y a nosotros mismos por cuestiones meramente económicas. Como ejemplo señalaré que en los últimos 100 años hemos devastado más de 780,000 hectáreas de la Selva Amazónica, el equivalente al tamaño de la Argentina, en aras del “progreso”.

Por todo esto y más, existe mucha gente que se pregunta:

¿Adónde irá a parar el mundo?

Permítaseme decir, desde mi punto de vista muy personal, mi muy apreciado lector, que creo sinceramente que esta pregunta está por demás equivocada.

La pregunta correcta debe ser:

¿Adónde estamos llevando al mundo?

Esto me recuerda que, en 1776 uno de los economistas clásicos, Adam Smith, en su obra “La riqueza de las naciones” hablaba de una famosa “mano invisible”. Este ilustre personaje proponía, en su teoría, que si cada uno de nosotros hacia por su propio bienestar, económico obviamente, esto llevaría a la sociedad a un nivel de riqueza prometedora, de tal forma que parecería como si una “mano invisible” la empujara hacia el desarrollo.

De hecho, estas fueron sus palabras:

Pero es sólo por su propio provecho que un hombre emplea su capital en apoyo de la industria; por tanto, siempre se esforzará en usarlo en la industria cuyo producto tienda a ser de mayor valor o en intercambiarlo por la mayor cantidad posible de dinero u otros bienes… En esto está, como en otros muchos casos, guiado por una mano invisible para alcanzar un fin que no formaba parte de su intención. Y tampoco es lo peor para la sociedad que esto haya sido así. Al buscar su propio interés, el hombre a menudo favorece el de la sociedad mejor que cuando realmente desea hacerlo.

Tuvieron que pasar más de 150 años para que otro economista ganador del Premio Nobel, Jhon Nash (ahora famoso gracias a la película “Una mente brillante”), demostrara que la teoría de Smith estaba equivocada; aunque, sinceramente, no se necesita ser un letrado en economía para darse cuenta de que la teoría de Adam Smith no funciona, al menos en el aspecto económico como él lo proponía.

 

A manera de ejemplo, la desigualdad entre los ricos y los pobres se ha acentuado en los últimos años. En teoría la distribución debería ser más o menos así:

Pero, lamentablemente, la realidad se parece más a esto:

Sin embargo, no todo está perdido, lo que un servidor propone es trasladar la teoría de Smith del aspecto económico al humano.

 

Esto con la idea de que, si cada uno de los seres humanos, entiéndase nosotros, nos esforzamos día a día por ser cada vez mejores, y lo enfatizo, seres humanos, valga la redundancia, dice un dicho popular: otro gallo nos cantaría.

Con lo anterior quiero poner de manifiesto que si todos y cada uno de nosotros nos esforzáramos en el día a día por ser mejores seres humanos: mejor ciudadano, mejor vecino, mejor papá, mejor amigo, mejor colaborador, mejor jefe, mejor pareja, mejor mamá, mejor en cualquiera que sea nuestra profesión u oficio, pensando en el bien común sin esperar recompensa a cambio.

 

Tratando, como dice Robert K. Cooper, de lograr una presencia autentica, esto es, como el mismo menciona, “prestar genuina atención, con los ojos abiertos para ver, la mente abierta para aprender y el corazón abierto para sentir”.

 

Entonces sí, parecería como si una mano invisible empujara a toda la sociedad a crecer y desarrollarse, en toda la extensión de la palabra.

 

Es muy triste, al menos para mí, darme cuenta de que una de las actividades más difíciles de llevar a cabo para la mayoría de nosotros sea llevarnos bien, en el sentido estricto de la palabra, con nuestros semejantes.

 

Para llevar a cabo esa armoniosa y sana convivencia, tendríamos que centrarnos más en el aspecto sentimental, y no se entienda esto de manera romántica, me refiero al aspecto de la, ahora llamada, “Inteligencia Emocional”, para ser más conscientes de nuestros verdaderos sentimientos y, más importante aún, de los sentimientos de los demás.

 

Como dijo el poeta estadounidense Henry Wadsworth:

 

Si pudiéramos asomarnos al secreto del corazón y la historia de nuestros “enemigos”, en la vida de cada uno [de ellos] encontraríamos penas y sufrimientos bastantes para desarmar toda hostilidad.

 

Con base en lo anterior, y a manera de conclusión, me atrevo a asegurar, que de lograr encontrarnos a nosotros mismos y exponernos sinceramente a los demás dando, como ya dije, lo mejor nosotros mismos en cada interacción, entonces sí, nuestra sociedad va a crecer y desarrollarse, como si la famosa “mano invisible” de Adam Smith la estuviese empujando hacia ese estado de bienestar.

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