RAMIRO GÓMEZ JUÁREZ

«EL CABALLO» para sus amigos

Por: Ángel R. Ortuño, Cronista de Huetamo


 

Murió mi hermano. Recuerdos de la niñez me siguen; partidos de futbol callejero de nuestro barrio contra otro barrio, recuerdo a muchos de sus amigos: La Pimienta, Delfino, Che Che.(hijos de Catarina), Lalo, Chemin, Genarillo, Franquito y tantos otros, tengo recuerdos de su generación: bailes juveniles donde se bailaba y escuchaban canciones como «Hey Lupe, Lupita mi amor»; juegos, idas al arroyo de Urapa en lluvias, a jinetear becerros, recuerdo nuestra casa, domingos tan alegres mi madre regando y barriendo la calle como todas las vecinas de la misma, mi padre enseñando su caballo a bailar.

Ya más grande le dicen «El Caballo» y es portero de no sé qué equipo de fut. Después se va a Morelia a estudiar y forma parte de los estudiantes de Morelia de la Universidad Nicolaita, cómo se les conocía.

Se viene el año 68, por el y sus amigos escucho de la muerte de estudiantes en México y sigue su rebeldía, por ese tiempo perdimos a nuestro padre y dos años después a nuestra madre.

En visitas que le hice a Morelia conocí a más amigos leales revolucionarios combativos de la casa del estudiante de esos años, ya por el año 73 un día recibí la noticia de que mi hermano lo habían subido a la fuerza a un carro y desaparecido en Morelia, y que la universidad estaba en paro y 12 días después, apareció en televisión detenido por el ejército, llevado al campo militar No. 1° Junto con 13 compañeros más pertenecientes al ACNR (Asociación Cívica Nacional Revolucionaria).

Se vienen los años más duros para él y para mi, con él en la cárcel padeciendo los rigores del Palacio Negro; Lecumberri y yo viajando a México a verlo, fue un respiro el cambio a la Crujía  M  de presos políticos donde conocí a más compañeros con ideales d cambio, pasaron 4 años y llegó una amnistía  que permitió que lográramos que saliera de la cárcel,  en ese momento mi hermano no venía bien de salud, traía delirios de persecución y sentía amenazas de muerte, por lo que lo acompañe a huir al estado de Morelos donde vivimos en la clandestinidad por algunos años,  aprendiendo adiestramiento físico y soñando con un México diferente.

Medio recuperado regreso a Morelia a estudiar esta vez la Licenciatura en Historia, entre bien y mal, curso el cuarto año con Mención del más alto promedio de su escuela, lo acompañe a recibir un premio de libros en un acto cívico

Él sufría deterioro físico y mental, hasta que logramos conocer un medicamento que le ha ayudado a mantenerse en buenas condiciones, el desánimo y su padecimiento lo hicieron buscarme en el estado de Guerrero donde he pasado más de la mitad de la vida trabajando y lo recibí como siempre con gusto.

Convivimos muchos años y poco pude hacer para que se recuperara, quiero decir que la memoria la conservó casi hasta el final de sus días, casi no mencionaba el pasado, vivía el día a día, todavía me presumía que llegó a cruzar el rio balsas nadando y con el río crecido.

Le daba mucho gusto ver que me iba bien en los negocios, me decía vamos a salir adelante, cuando se compraba ropa le daba mucho gusto, pero sé que el infortunio lo acompañaba en su día a día.

Quiero agradecer a tantos amigos que le tendieron la mano cuando lo vieron caído, solo diré nombres Andrés, Arturo, Toño, Lalo, Chemin, Vidal, Iñigo, Rubén, Viko, Pancho, Ligas, Alejandro, Leodegario, Fito, Guille, Garibay, Leonel, Javier, Adelina, Lupita, Chiro y tantos amigos y compañeros que nunca dejaron de preguntar por él, más reciente compañeros y compañeras del colectivo de ex guerrilleros del MAR.

En los últimos años mucho me pedía le pusiera una canción, «ponme la de mis hermanos emplumados» (La maldición de la Malinche) y otra el hijo desobediente.

En una ocasión le informe que un amigo de él que tomó camino diferente cayó preso acusado de corrupción Chuche, yo esperaba algo así como «se lo merece» y en cambio, me contesto «pobre“, solo eso dijo , en ese momento comprendí que en su corazón había bondad…

Conocí a Leonel en Morelia, venía a la casa del estudiante por mi hermano y salíamos al café tenían mucha amistad; hace algunos años tuvieron un reencuentro arreglado por compañeros de ambos, en la colindancia de Michoacán y Guerrero, lo mandó buscar Leonel y se abrazaron; un periodista escribió: «El Reencuentro de dos camaradas de lucha uno en el poder y otro en el olvido» …  nunca le interesó pedir nada, ni tomó en cuenta la invitación que le hizo a que lo visitara en el palacio para sentarlo en su sillón.

Hoy 19 de mayo del 2023, se va Ramiro Gómez, «El Caballo» pero para mí, se va mi hermano, y lo despido con la tranquilidad y paz del deber cumplido

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