Sobresaltos de la Amada Enemiga
Luis Manuel Rodríguez García nos ofrece
Sobresaltos de la Amada Enemiga
Versos cuarto y quinto.
4
Cuando busque de amor tu compañía,
agua para mi sed de peregrino;
que tu beso nupcial sea el desatino
reflejado en tu sueño y mi alegría.
Así, ya no diré de mi alegría
el canto pudoroso que adivino
junto a la agreste punta del espino
y en los presagios de mi profecía.
Sé que mis labios con pasión te nombran;
y no mido los ojos que se asombran
por tu silencio de dolor desecho.
Más si a ratos de angustia te persigo,
también enamorado te maldigo,
siguiendo el sobresalto de mi pecho.
5
No me llames infiel porque te diga
que amo la luz, la tierra y el lucero.
Más bien, puedes pensar que soy sincero
en cuanto al gozo que el vivir prodiga.
Tú puedes pregonar que eres mi amiga;
que me gusta tu llanto lastimero;
que estoy de tus cenizas prisionero
como el amante en cárcel enemiga.
No me asusta pensar que tanto acoso
alguna tarde me produzca el gozo
de iniciar voluntario tu partida.
Pero sabes, mi muerte inusitada,
¡mi amante clandestina y sojuzgada!
¡Que sigo enamorado de la vida!