Mario Ensástiga Santiago

Primera parte

No tuve oportunidad de hacer mi balance de fin de año, ahora intento un ejercicio de análisis político situacional de inicio del 2023, quiero aclararme en primera instancia ¿en dónde estamos parados? y a ¿dónde vamos?, en la lógica y perspectiva de imaginar cuáles son los escenarios globales, nacionales y locales previsibles y cuáles serán las principales características del 2023, sin duda y en resumen con el interés particular de visualizar las perspectivas de México de cara a las elecciones del 2024.

Esta primera colaboración de año nuevo, la quiero dividir en 3 apartados, el primero dedicado al cuestión internacional, el segundo a lo nacional y el tercero a lo local, este último referido a la cuestión nacional de México y en particular sobre la situación de Michoacán, a partir del enfoque de 3 principales problemas, la inseguridad, la economía y la gobernanza política. Seguramente cada apartado lo desarrollaré en más de una entrega y colaboración en función del abordaje que pueda hacer.

En cuanto a la cuestión internacional el marco general está definido por el conflicto bélico iniciado el 24 de febrero de 2022 de la invasión de Rusia a Ucrania, este acontecimiento ha provocado graves consecuencias a la economía mundial, ha acelerado las tasas de inflación global; ha provocado la crisis alimentaria, encarecimiento y escases de cereales, combustibles agrícolas, fertilizantes, minerales y otros derivados  como la producción de baterías e insumos de alta demanda en la industria automotriz y productos electrónicos;  ha generado el aumento del costo del transporte internacional, la inestabilidad social y gubernamental en varias regiones y países.

La guerra de Rusia Ucrania ha acelerado la confrontación entre los grandes poderes globales, la tensión armamentística se ha sumado a la competencia comercial, tecnológica, económica y geoestratégica entre Estados Unidos y China principalmente, en otro nivel e intensidad se encuentran otros países, situación de que se intensificará seguramente en el 2023; no estamos ante un mundo de 2 dos grandes bloques como en el pasado entre capitalismo y comunismo, sino en un proceso de reconfiguración de alianzas entre países y regiones del mundo, que obliga al resto de los países a redefinirse ante las nuevas dinámicas de competencia estratégica y a buscar espacios propios en una transformación que es global.

La X Cumbre de América del Norte que se celebra en estos día en nuestro país, entre los líderes de Estados Unidos, Canadá y México, seguramente abordarán entre otros importantes temas, los de como reempoderarse en los nuevos escenarios y coyuntura geopolítica mundial, que se puede hacer por esta importante región norte de nuestro continente y tal vez de paso que se puede hacer por la unidad y acción de los principales países del continente Americano.

Aunque resulta incierto el desenlace y la duración de la guerra Rusia-Ucrania, se espera que en este 2023 los precios de productos mencionados se mantengan elevados, con mayores restricciones y escases, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) estimó que el conflicto armado podría significar 2,5 puntos porcentuales (p.p.) adicionales para la inflación global del año en curso, mientras que para los países de la OCDE el aumento en el nivel general de precios adicional sería de 2 p.p. y para Estados Unidos de 1,5 p.p.; por su parte el Fondo Monetario internacional (FMI) incrementó sus estimaciones de la inflación en 1,8 p.p. para las economías avanzadas y en 2,8 p.p. para los países en desarrollo como el nuestro.

Por ahora el continente europeo es el más afectado por el conflicto, la guerra tiene lugar en el extremo del continente, más allá de las pérdidas económicas directas que sufre Ucrania, el resto de los países carga con el peso de su dependencia de las importaciones de Rusia, especialmente de energía; el continente africano también sufre ya graves consecuencias, la región tiene una fuerte dependencia de los cereales provenientes de Rusia y Ucrania, países como Egipto, Sudán, Kenia y Nigeria importan hasta el 85% del trigo que consumen.

En América Latina el panorama es difícil aunque no como en los continentes europeo y africano, en nuestro continente la situación se agravará especialmente para los países importadores de combustibles, que deberán enfrentar mayores precios en detrimento de los consumidores, también se verán afectados aquellos países que exporten materias primas y no cuenten con mecanismo propios de contención de los precios internacionales.

La guerra de Rusia y Ucrania han dejado al descubierto lo obsoleto que resultan algunas organizaciones mundiales como la ONU y muchas otras más, ante el aumentado del desorden y aceleración global, de incertidumbre geopolítica y de agitación social; está por verse si en este 2023 habrá una escalada de los conflictos bélicos, o será el año en que prive la razón humana, que disminuya la tensión y las crisis de diversas naturalezas.

La guerra de Rusia en Ucrania ha creado un «inmenso sufrimiento humano» asegura la Organización Mundial del Comercio (OMC), 2023 es el año que pondrá a prueba los límites individuales y colectivos de cada país, se aceleran y profundizan las fracturas geopolíticas tradicionales, sociales y se dificulta el acceso a los bienes básicos, los impactos de esta permacrisis (largo periodo de inestabilidad e inseguridad fruto de eventos catastróficos), concepto de reciente aparición en los estudios de la situación internacional; hay en cursos un empeoramiento galopante de las condiciones de vida de los hogares, eso se traduce en un aumento del malestar social y el incremento de protestas pacificas ciudadanas, que seguramente en los próximos meses se incrementarán.

Decía que la situación internacional han incrementado las protestas sociales y seguramente lo seguirán haciendo, en América Latina los altos precios de los combustibles han generado protestas en Perú, Ecuador y Panamá a lo largo del año pasado, así como en Argentina, donde los manifestantes han extendido las demandas para reclamar más empleos y ayudas frente a las altas tasas de inflación, este malestar social seguramente impactará los procesos electorales de Ecuador y Argentina en los próximos meses de febrero y octubre respectivamente.

En este 2023 veremos tomar las calles para reivindicar y exigir respeto a los derechos sexuales y reproductivos; el derecho al aborto; las múltiples exigencias de respeto a los derechos de las mujeres, principalmente por los movimientos feministas en torno a los grandes debates y lucha contra los feminicidios, el trabajo sexual, la definición del sujeto feminista, la conceptualización del género o la inclusión de las personas trans.

Por otra parte las contradicciones de la presente coyuntura ha abierto espacios para que algunos sectores sociales, políticos y religiosos conservadores puedan articular movilizaciones en contra de los derechos y libertades básicas logradas por la sociedad progresista, así como alimentar discursos violentos contra las mujeres y otros colectivos como el LGBTI+ y grupos de migrantes, con los agravantes del incremento de grupos racistas y neofascistas.

Este activismo social disruptivo estará aún más presente en el 2023 en el mundo, tanto de sectores progresistas  como de sectores conservadores y retrógradas, ambos con llamados a la desobediencia civil, aumentará la polarización y confrontación de las fuerzas de la ultraderecha y las fuerzas progresista.

 

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