Piénsalo tres veces

La ciencia de la felicidad, no tiene nada de ciencia

Parte II

Por: Francisco Javier Rauda Larios


Ser feliz es tan simple que, la propia simplicidad del hecho, nos lo vuelve, maravillosamente difícil, en muchas ocasiones, lamentablemente, aunque la salud nos vaya en ello.

Entonces ¿Qué nos impide ser felices?

Rretomo la simplicidad, para mí, solo hay una respuesta:

Nuestra MENTE.

Nuestra mente y solo nuestra mente tiene la capacidad de impedirnos desarrollar la habilidad de ser felices, o, simplemente, ser felices.

Y si ya cité al famoso personaje de Sir Conan Doyle, Sherlock Holmes, ¿por qué no hacerle el honor al, no menos famoso, al menos en México, Kalimán? Que, en sus sabias palabras, dice que:

Quién domina la mente, lo domina todo.

Así que con ese respaldo de por medio, me atrevo a aseverar, y confirmar, el hecho.

Esto no tendría chiste si no le pongo, como dicen los reposteros, la cereza al pastel.

De vuelta a las confesiones, aceptaré de buen agrado, lo digo con honestidad, la opinión que en usted pueda suscitar lo que voy a relatar a continuación, de hecho, cada uno de nosotros somos libres de pensar lo que queramos. Esto debido a que los siguientes párrafos los voy a dedicar a hablar de mi experiencia personal.

Suelo comentar en muchas de mis conferencias, seminarios y talleres, e incluso en las charlas con amigos y gente que tengo el honor y el gusto de tratar, y voy a abrir un nuevo “paréntesis”, el gusto que me da tratar con éstas personas, es debido a que siempre aprendo algo de ellas, no tienen idea de lo mucho que he aprendido de los mendigos, prostitutas, taxistas, meseros, gobernadores, millonarios, empresarios, albañiles, drogadictos, alcohólicos, solo por citar a algunas clases de personas que Dios ha puesto en mi camino, precisamente para eso, para que aprenda de ellas. Cierro el “paréntesis”, que soy como los científicos de la antigüedad, primero me “vacuno” yo y si veo que a mí me funciona, entonces lo recomiendo a los demás.

He probado y comprobado, en mi persona, que es posible ser feliz todos los días.

La medida que tengo de comprobar que funcionó en mí, es que, la gran mayoría de las personas que trato más a menudo e incluso algunas que trato por primera vez me hacen invariablemente una observación seguida de una pregunta, las cuales les comparto a continuación:

La observación: “Tú siempre andas muy feliz.”

La pregunta: “¿Cómo le haces?”

A la observación suelo responder, curiosamente, con una pregunta: ¿A caso hay otra forma de vivir?

A la pregunta suelo responder, simple y llanamente, que es, ACTITUD.

Y, ¿dónde está la actitud? Púes nada más ni nada menos que, sí, como lo adivinó querido lector, en nuestra mente.

Y les digo, también, que, si les contará mis circunstancias, a manera de quejas o lamentaciones, entonces una cubeta no sería suficiente para contener el llanto; pero que con eso no ganaríamos gran cosa, la verdad.

Tratando el asunto de otra manera, podría enumerar algunas otras preguntas como las siguientes:

¿Qué se soluciona estando estresado o angustiado, por cualquiera que sea la situación?

¿Mi angustia, mi estrés, mi desesperación, pueden cambiar la situación, mejorarla?

La respuesta es un rotundo: NO

La cuestión es que, si lo vemos objetivamente, quizá mi felicidad tampoco lo logre.

Pero, si tengo que elegir entre enfrentar la situación estresado o feliz, elijo ser feliz.

Y esto bien puede tomarse como una conclusión adelantada, aunque la conclusión, en sí, viene a continuación.

Se puede, como cualquier otra, desarrollar la habilidad de ser feliz.

El meollo del asunto, está en que tenemos que aprender a dominar nuestra mente. Esa es la clave.

Para lograrlo, hay que observar detenida y concienzudamente, nuestros pensamientos y, obviamente, actuar en consecuencia.

Algunos tips (preguntas) que les puedo sugerir para lograrlo o, al menos, intentarlo, son:

  • ¿Qué pienso?
  • ¿Por qué pienso eso que pienso?
  • ¿Cómo puedo manejar la situación tranquilamente, qué es lo que me angustia?
  • ¿Mi estado de ánimo influye sobre el la situación actual o el resultado de la misma?
  • ¿Si me muriera hoy que le pasaría al mundo?
  • ¿Si no tuviera lo que tengo (amigos, casa, hijos, pareja, ropa, zapatos), ya no sería yo?
  • ¿De verdad, seré “el centro del universo”?
  • ¿De verdad, sé cuál es mi propósito en la vida?
  • ¿Qué o quién le da sentido a mi vida?
  • ¿Vale la pena que me haga todas estas preguntas?

 

Recuerde mi querido lector:

La simplicidad,

y por ello,

la maravillosa magnificencia,

de la vida, que, en realidad,

es lo que nos hace ser felices,

es que solo…

¡hay que vivirla!

 

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